Capítulo 71

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No me quiero levantar, abrir los ojos es una tortura, la luz penetra en los ventanales dejándome ciega por unos segundos. Hoy llegan las malas noticias, no se me olvida el aspecto que tenía mi padre, cuando Ethan me pidió que me tomara un día libre.

El brazo de Alek, sigue enroscado en mi cintura, sé perfectamente que no está dormido, por los besos que me da en mi pelo y empieza a bajar por mi cuello. Me doy la vuelta y veo su cara un poco adormilada. Le doy un beso en la boca que él acepta.

—Para empezar, buenos días y para terminar somos soldados y tenemos que irnos a la central— no me presta ni la más mínima atención, él me sigue besando el cuello haciéndome cosquillas.

—No hace falta ir a la central— lo miro extrañada y él sigue hablando— Primero vamos a desayunar, te contaré lo demás abajo.

Asiento y le doy el último beso antes de levantarme y dirigirme a la ducha, lo miro antes de entrar al baño y le sonrío.

—¿No entra conmigo señor Romeo?— no hace falta otra petición, se levanta de la cama de un salto y se lanza hacia mí besándome la boca y cerrando la puerta a su espalda.

Entramos a la ducha y me vuelvo a reír y él se ríe conmigo. El agua cae mojándonos enteros, le vuelvo a besar, y me empieza a enjabonar con cuidado, no hay nada sexual, pero nunca pensé en tener tanta confianza con alguien como la tengo con él, que sé que nunca me juzgará pase lo que pase.

La ducha se resume en él ocupándose de mí y sin dejarme siquiera lavarme el pelo. Me visto y juntos bajamos las escaleras. Es una sorpresa ver a papá en la casa de Alek, además de Ethan y Marcus.

—Pensaba que tendría un poco más de tiempo— voy a la cocina a por una taza de café— ¿Tan malo es lo que me vais a decir?

Nadie me mira a la cara y busco la mirada de mi padre, que por primera vez en años lo veo con su traje militar, en realidad todos van con la ropa de camuflaje del ejército. Me siento como si me hubiesen dado pena de muerte y estuviera en el corredor de la muerte, sé que no ha pasado mucho tiempo de la muerte de Anat, la tengo muy presente, pero no entiendo tanto secretismo.

Busco la mirada de Alek, cuando papá no me da respuesta y este no me baja la mirada, ni se esconde solo tensa la mandíbula y guarda silencio. Miro a Marcus y es él el que rompe el silencio.

—Hemos encontrado a Olivia— tomo un sorbo de café— Está en Arabia, la Triada de china está de nuestra parte Olivia los estafó y los dejó solos cuando quisieron crear una revolución contra la Yakuza, además de contra ti, no te miran como alguien que debe ser la principal líder de la mafia más importante de Asia, sin embargo prefieren la cabeza de Olivia, que arriesgarse y perder contra ti.

—Ellos ya están ahí, además de la Yakuza, Arabia no quiere involucrarse y no la protegerá, pero tampoco nos ayudará, sin embargo hemos podido pedirles que no la dejen irse del país, todos las están buscando— comenta Ethan.

—Henry no quiere saber nada de esto, lo que pasó con Anat le hizo recapacitar, Akila todavía no se localiza, y Raine dice que se encargará de Akila, así que debemos irnos ya, para que no se pueda escapar— mi padre hace una pausa antes de seguir— A partir de ahora serás como un ministro, tu decides todo aquí, piensa que te juegas la vida de los que estamos junto a ti, que por fin harás venganza y que saldremos todos victoriosos. Promételo Coronel.

Jamás me he sentido tan orgullosa de llevar los apellidos de mi padre hasta ahora, pero a lo mejor la factura de la venganza es demasiado para mí, no quiero que esto termine mal, y ahora si quiero tener un futuro. Esta será la misión más importante de mi vida.

—No sé porque las caras largas— le sonrío a todos de verdad— Es lo que llevamos esperando años, es por lo que entré a la central, es por lo que me hice coronel, además saldremos todos bien, no es como si esa mujer fuera inmortal, cuando termine todo esto nos reíremos.

Superstición KeinoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora