Capítulo 25

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Solo música, latina, española e italiana. Dejo el coche y Romeo me sigue a mi lado sonriendo emocionado.

Entramos y el calor nos saluda, la música sigue y nosotros nos vamos a la barra. Muchos nos echan los ojos y yo les sonrío a todos.

Me hago hueco entre la gente y me siento en el taburete. Romeo hace lo mismo, dándose paso entre los hombres que hay.

—¿Tenéis edad?— pregunta el rubio de la barra con un ligero acento español.

—Claro, somos mayores de edad— le hablo en español.

—Guapa, sabe de idiomas y eres sexi. ¿Será mi día de suerte?

—Viene conmigo— intercede Romeo.

—Hubiera tenido demasiada suerte— me sonríe— Bueno encantado de conocerte preciosa. No quiero tentar a la suerte con tu novio celoso.

Suelto una risa, pero no contradigo nada y al parecer él tampoco lo hace.

—Danos tu mejor copa, vaquero— le pido al rubio.

—Nolan. Me llamo Nolan.

—Y yo Alek. ¿Nos pones la copa?— espeta Romeo.

—Y yo que pensaba que nunca te enfadabas— me sonríe.

—Me molesta que me tengan como un poste.

—Tranquilo, te pondré la mejor copa que tengamos y para que no te enfades más, invita la casa.

—Gracias, Nolan.

—Me gustas más vaquero.

—Y a mí tener mi copa y los dos estamos sin nada así que.

—Ahora os la doy— se aleja de nosotros y yo me volteo a ver a todas las personas bailando.

Agarro la mano de Romeo y me lo llevo a la pista. La canción ha pasado de una latina a una cantante Estadounidense.

DojaCat se escucha por los altavoces con Street. Alek me agarra de las caderas y sigue el movimiento que yo le doy.

Acerca su pecho contra el mío y nos movemos muy sensual. Pegamos nuestras frentes y seguimos moviéndonos.

Miro sus ojos cafés y él mis ojos morados tirando a azul oscuro. Me agarra del pelo y cuando empieza el estribillo me besa.

Nos seguimos moviendo, pero seguimos profundizando con el beso. Me giro cortándolo para bailar contra él.

Si seguíamos besándonos lo iba a devorar y es que no nos lo podemos permitir. Porque uno no me fío de él, dos somos el perro y el gato, tres puede mentirme en cualquier momento y el último y más importante lo odio.

Cambian de canción y yo me acerco a la barra para beberme esa copa. Romeo alza su copa y me mira.

—Por tu ascenso, por nuestro trato y por todas las muertes que hemos causado.

—Por mi ascenso y por el tuyo, también por la próxima muerte, de la zorra de Olivia.

Brindamos y nos lo bebemos de un tirón. Pedimos otra y otra. Mezclamos las copas con mucho Vodka.

Volvemos a brindar por pendejadas, copa tras copa bailamos muy pegados y nos hablamos en la oreja.

Nos comemos la pista con nuestros movimientos de cadera. La música latina vuelve a sonar con mucha más fuerza y yo sacudo mi culo como me da la gana.

Algunos se acercan, pero ni cuenta les echo con la sonrisa que me da Romeo.

—¿Sabes que cuando acabemos con lo que tenemos pensado nos mataremos el uno al otro?— le digo en la oreja y él suelta una carcajada.

Superstición KeinoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora