Capítulo 36

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Un día nuevo, un día que puedes perder la vida y más cuando tienes que hacer una misión en Colombia. Me despierto y me pongo directamente mi traje especial para misiones. Ayer cuando estaba a punto de dormirme, Anat me comunicó que se había cambiado la ubicación del intercambio entre mercancías, que se haría en Colombia cuando teníamos entendido que se haría en Berlín.

Sin embargo el plan sigue siendo el mismo, será un poco más difícil, porque no tenemos muy claro el terreno, así que me acosté muy tarde familiarizándome con el terreno en que ellos harán el intercambio.

Bajo y empiezo a desayunar con mi hermano, mi padre y Sophie que cada vez más parece que con un estornudo parirá.

Mientras miro y giro mi comida sin apetito, pienso en lo que pasó ayer después de dejar a Alek. Me encontré con Rylan muy cerca de mi casa, me extrañó mucho, así que paré y él me sonrío.

—¿Cómo sabes dónde vivo?— le pregunté quitándome el casco.

—Tengo mis secretos— me sonrió y yo se lo devolví por cortesía, ni siquiera me llegaba a los ojos esa sonrisa falsa.

—Tengo cosas que hacer así que...

—Lo sé— me para cogiéndome del codo antes de entrar a casa— Solo quería pedirte salir mañana— me pidió.

—No lo sé, mañana tengo muchas cosas que hacer y no sé si tendré tiempo.

—Al menos dame una hora de tu tiempo— me pidió.

—Podrías haberlo pedido por móvil, te hubieras ahorrado el viaje— le dije.

—No pasa nada, no ha sido una molestia.

—Me lo pensaré es lo único que te prometo.

—Me basta con eso— me sonrió y de manera inesperada me dio un beso en mi mejilla— Buenas noches, Hela.

—Buenas noches Rylan— me metí en casa con una sensación rara.

Me saca de mis pensamientos las bocanadas de aire violentas de Sophia. Ethan se levanta de su silla y coge la cara de su novia mientras los dos respiran y cuentan las respiraciones. Mi padre los mira y yo solo termino de comer.

—Suerte, Sophia— le digo antes de irme.

Subo a mi moto y voy a la central. Solamente iremos las personas justas a la misión, ya que también nos acompañarán militares de la central Colombiana. Ha sido muy fácil convencerlos de que nos dejen algunos militares.

Ahora me reúno en la parte de prácticas aéreas con Marcus y Henry con sus tropas.

—¡Buenos días por la mañana!— grita Marcus y me tapo mis orejas— Estás hecha un asco, mi querida sobrina, parece que ayer dormiste muy tarde— cuando dice eso se une Alek y Anat.

—A lo mejor estaba quemando calorías con un tal Alek hasta las tres de la mañana— insinúa Henry.

—Dejad de decir tonterías— me enfado y le tapo la boca a Henry.

—Se ha puesto roja, eso es un sí— se entromete Marcus y le mando una mirada asesina.

—Yo no niego, ni afirmo— le dirijo a Alek también una mirada que puede partir en dos la Antártida.

—No les sigas el rollo— me quejo.

—Yo no sigo nada, digo la verdad.

—Ay, dios mío— suspira Anat.

—¡Que no he hecho nada!— grito ya frustrada por toda la situación, que me deja ridícula enfrente a mis soldados.

—Y te creemos— comenta Marcus guiñándole un ojo a Alek y esté sonríe.

Superstición KeinoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora