Cada uno coge las armas que necesita y yo reviso que papá esté muy bien para ir, le ajusto las cuerdas de las armas, respiro hondo cuando termino. Marcus se acerca a mi espalda y nos mira a los dos.
—Todo saldrá bien— no lo dice muy convencido, pero aún así asiento.
—Tenemos que irnos ya— nos interrumpe Alek.
—Tengo un dron, os ayudaré desde el aire, solamente hazme una señal— intento alegar, pero me vuelve a interrumpir Alek.
—Necesitaremos toda la ayuda posible— no me hace mucha gracia que Ethan se involucre, pero pensando como un coronel, necesito la mayor ayuda posible.
Subimos a los coches, la mitad de la Triada será la que suba por el alcantarillado, con algunos más de mis hombres, la otra mitad irá conmigo y algunos de mis hombres, todavía no confío en Zhāng y no sé si me tiene una sorpresa escondida.
Son las cuatro de la mañana y todavía falta media hora para llegar al castillo. Respiro hondo y me concentro en los pasos a seguir cuando estemos allí, un fallo puede derrumbar todo, lo demás es cosa del destino y de la suerte.
Si soy sincera conmigo misma, pues es que no me llevo muy bien con el destino, es como confiar en tu peor enemigo. Suerte, casi no tengo, así que esto es más bien, una misión imposible.
Salimos todos casi corriendo y cada uno sabe lo que tienen que hacer, los que vienen conmigo empiezan a subir las escaleras, del castillo en ruinas, pero eso no quita el hecho de que sea inmenso y que al menos la puerta de afuera está abierta. Me sigue de cerca Alek, y yo alisto mi arma en la mano atenta a cualquier movimiento.
Todavía no veo el dron de Ethan, pero sé que está al acecho. Entramos a la sala y los muebles que son pocos parecen viejos y desgastados, pero a pesar de eso, allí está ella. Sentada en una silla de hierro, tomando té en una taza, con una tranquilidad inmensa.
Ella que no ha tenido a casi nadie de su lado, pero ha podido deshacerse de su marido, de su hija que tenía al coronel de su lado, también estafó a la Triada, además de matar indirectamente a su segunda hija. Ella sola ha podido hacer todo eso, sola y una parte de mí, reconoce el hecho de que es realmente una Keinox.
Deja su taza en la mesa de cristal y nos sonríe, a pesar de su fachada de mujer serena y amable, es la que ahora quiere matarme.
Intento acercarme, pero el brazo de Alek me para, lo tranquilizo poniendo mi mano sobre la suya, me deja sin embargo me sigue. Solo doy un paso, mi padre tiene la mandíbula tensa, sé que en su momento quiso tener a Olivia encerrada por lo que ponía la ley, pero al saber que tuvo que ver indirectamente con la muerte de mamá quiso acabar con ella, pero no pudo, por nosotros.
—Vamos acércate, no tengo a nadie— doy otro paso muy lento, y me fijo en la ventana trasera— ¿Te gusto el paquete bomba que te envíe?— suelta una risa y me fijo en sus ojos violetas y ella se fija en mis ojos morados con los arcos azules— Quería que te recordará a tu tía.
—A tu hija querrás decir— le devuelvo la sonrisa— Mataste a mi madre, ahora a mi tía, pero olvídate de salir de aquí con vida abuelita.
—Créeme cuando te digo que una saldrá de aquí, y seré yo, si no salgo entonces tu tampoco. Soy sincera al decir que has sido un estorbo en mi vida desde que naciste, es verdad que no tienes el carácter de tu madre, porque si ella se hacía la mala, tu no te lo haces lo eres, asustas con solo ver lo que eres capaz de hacer y eso me ha dejado con muchos quebraderos de cabeza.
—Olivia, de aquí, te juro que solo saldrás de una manera y será muerta— doy otro paso.
—Me duele que creas que soy la mala— no hay nada triste en su voz, pero inclina ligeramente la cabeza, con una total seriedad.
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Superstición Keinox
RomanceDespués de todo lo ocurrido con Hera Keinox, llega un estado de calma, en el que nadie ataca a nadie. Por ahora, sin embargo como todo llega, todo se va incluida la calma. La pesadilla de Hera se vuelve realidad, teniendo una hija que es peor que el...