Capítulo 30

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El camino de vuelta, se pasa con un silencio reconfortante y entre comentarios graciosos. Para delante de mi casa, tras darle las indicaciones.

—Me ha encantado esta cena contigo Romeo.

—No será la última, Julieta— se quita el cinturón, pero antes de salir lo paro y lo acerco a mi boca.

Le beso y abro un poco mis labios para que él pase su lengua. Le agarro de su cuello a sus abdominales disfrutando su calidez.

Me subo a horcajadas y él pasa sus manos por mi culo. El sonido de nuestros labios empieza a calentarme como para hacer cosas más atrevidas.

Paso mis labios de los suyos a su cuello. Escucho su jadeo y eso me impulsa para desabrochar su camisa.

Él me atrapa la cara y vuelve a mis labios, yo estoy ya con las rodillas temblorosas, pero con unas ganas que borran la existencia de todo lo demás.

—No empieces cosas de las que luego no vas a querer ayudar a terminar.

Me baja mi mano hasta el bulto que se le remarca en el pantalón y sonrío como una descarada.

—Te he dicho muchas veces que no me sonrías así— me aprieta el culo con sus manos y suelto un pequeño jadeo— No me hagas esto, porque cuando me pidas que pare tendré que hacerte caso, aún que eso signifique cortarme la polla para que no me duela.

Me lo jadea todo en mi oído. He perdido la manera de como hablar. Solo pienso en una cosa y es querer lo que tiene entre las piernas dentro de mí.

Ay Romeo que has desatado.

—Dime Hela. ¿Te harás cargo de esto o me dejarás con las ganas una vez más?—bajo mi entrepierna hasta la suya y suelto un jadeo tembloroso— ¿Qué pasa se te ha olvidado hablar?— me pregunta—¿Ya no eres tan atrevida?.

Me vuelve a besar y yo solo jadeo. Sentir lo duro que está contra mí, me deja sumida en una idiotez del cual no quiero salir.

—Muy a mi pesar Julieta, no voy a follarte en un coche. Por el simple hecho de que cuando te folle, lo haré en una habitación de la cual tenga tanto espacio para hacer lo que quiera contigo y mientras lo hago los vecinos estarán denunciando todo el ruido que harán tus gemidos y gritos.

Mi boca deja escapar un quejido cuando escucho eso. Me da un último beso y soy yo la que se levanta para salir.

—Ha sido una noche muy interesante Alek.

—Sí ha sido una cita increíble ya lo repetiremos pronto. Adiós Hela— arranca como alma que se lleva el diablo.

—¡No ha sido una cita!— no tiene remedio que grite ni si quiera se puede ver el coche de lo rápido que se ha ido.

Muy rudo en unas cosas, pero en otras un cobarde.

Voy hacia mi habitación y una vez más la casa está en silencio, nada que me sorprenda.

Me encierro volviendo a preparar todo lo que tengo que hacer mañana. Nadie me había dicho que ser rica era tan difícil.

A la mañana siguiente voy directamente a la central, ya he mandado a las respectivas personas los accesos de la central, ahora solo tengo que vestirme y verme una mujer de negocios.

Un traje de pantalón y camisa normales, tampoco tenía muchas ganas de arreglarme. Dejo mi pelo suelto y me abrocho el cinturón de mi pantalón.

Suelto un par de botones y me subo un poco las mangas de la camisa. Salgo de la habitación y voy directamente a mi coche, ya que hoy está lloviendo y es una estupidez coger la moto.

Superstición KeinoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora