Capítulo 29

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Dos horas paso de llamada en llamada, creando el viaje hasta Islandia que es donde se hará la reunión más importante y peligrosa.

Todavía no son las siete y  estoy contactando con muchas personas, al igual que tengo que ver temas de dinero. Ya no puedo dar más de mí, pero me obligo a concentrarme a pesar de la migraña que me taladra la cabeza.

Alguien capta mi atención y es Rosa quién entra sin mi autorización. La miro frunciendo las cejas y es raro verla sola sin su séquito.

—¿Qué necesita capitana?— le pregunto para qué me deje y se vaya.

—Hela o Meira como te llames te quiero fuera de aquí— suelto una risa y veo como le tiemblan las rodillas.

—¿Y por qué tal deseo?— le pregunto— También te digo, tienes que tener mucha imaginación para que yo deje esto y me vaya solo porque tú me lo has dicho.

—Sé perfectamente que no eres buena. Él murió por tu culpa.

—Estuvo en un cruce de fuego, que le llegara una bala no es mi culpa.

—Él no estuvo allí, yo lo vi. Estaba muy lejos para que cualquier bala le llegara justo en el corazón.

—Me estás culpando de algo que no ha sido mi culpa, si no cosa de un destino demasiado caprichoso.

—¡Déjate de mierdas!— grita como niña mimada.

—Ojo de como me hablas. No soy de tu mismo rango cariño. Si tienes algo que me incrimine mándalo por correo al ministro y luego vemos cómo se soluciona.

—Sé que estás haciendo cosas ilegales— me asegura con firmeza— Y voy a reunir todo para incriminarte.

Primer error.

—Adelante— le sonrío— Lo único que puedo hacer es animarte.

Le muestro mi increíble sonrisa y se va. Sigo con lo mío hasta las siete que es cuando viene Alek.

—¿Cenamos?— me pregunta y me levanto.

—Tengo cosas que hacer. En otro momento— intento irme, pero me retiene.

—Me preocupa tu alimentación— lo que dice se le ve reflejado en sus ojos— Si sigues mal alimentándote llegarás a una enfermedad muy grave y veo que has bajado mucho peso desde la última vez que te vi.

—Te preocupas por nada.

—Aun así vamos a cenar, tenemos que hablar de muchas cosas.

No deja que le vuelva a replicar y me arrastra cogida de la mano. Me lleva hasta su coche y me abre la puerta.

—Todo un caballero por lo que veo.

—Es todo lo que hace un romántico poético.

Se sube al coche y empieza a conducir hasta un restaurante muy elegante. Tardamos como treinta minutos y solo hubo silencio entre nosotros.

Cuando llegamos veo como todos son Ferraris y coches lujosos. Mujeres con vestidos apretados y preciosos, mientras yo voy con un corsé negro y un pantalón negro de chándal.

—Dime que es broma— miro a Alek— ¿Las has visto?. Yo voy en ropa casual, vamos a quedar como tontos. Mejor vamos a comer tacos.

—Una mierda, es un restaurante y los dos somos multimillonarios, vamos a comer como lo que somos.

—De aquí te irás, pero con hambre. Estos sitios son los típicos que te sirven porciones minúsculas.

—Aun así yo quería venir aquí contigo. Tampoco te preocupes por tu ropa, destacas aún que te pongas una bolsa verde de basura. Pero soy de esas personas que piensa, que desnuda en mi cama te verías mejor.

Superstición KeinoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora