No sabía que las horas habían pasado tan rápido. Nos levantamos el equipo, cuando Anat da el aviso. Cada uno se dirige a una caja de armas, nos equipamos con munición, armas de alto calibre y cada uno se ayuda de otro. Dejo que mis compañeros se posicionen con Anat y yo sigo con lo mío.
Alek se acerca desde atrás mía y no lo siento detrás hasta que no pasa una mano por mi muslo. Me deleito con su acaricia, el calor que ahora siento no es nada comparado con la lava que fluía en mi cuerpo cuando Luna tenía su cabeza en su regazo.
Ahora es como si el aire desapareciera, cómo si alguien me estuviera asfixiando. Romeo me gira y nuestras bocas quedan muy, pero que muy cerca. Intento mirarlo a los ojos, sin embargo no puedo.
Siento cómo me vuelvo roja. Alek posa sus dedos pulgar e índice alrededor de mi mentón y me levanta mi rostro. Si antes estaban nuestros labios cerca, ahora se están rozando. Su mano baja y se relame los labios.
Sus manos van bajando de mi cintura a peligrosamente a mi culo. Trago saliva, me cuesta pero lo hago. El calor que me invade mi parte íntima y mi estómago diría que en mi vida lo había sentido. Pero estaría mintiendo y es que cada vez que tengo cerca a Alek tengo está sensación de asfixia y deseo.
Quiero rogarle. Joder, rogarle que me besé, que me toque, que sacie las ganas que tengo de que me devore y yo devorarle a él. Necesito que me ayude con esto, porque no quiero que me ayude nadie más que él y lo que tiene entre sus piernas.
Sus manos pasan a mi muslo derecho, y con cuidado escucho cómo me abrocha algo. Bajo un poco mi cabeza para ver lo que me ha abrochado y sonrío cuando veo una daga preciosa en mi muslo.
Su mango morado oscuro, con formas de espirales, cómo si fueran rayos. El mango al principio tiene un arco de mármol blanco y tiene tallado en el un cráter pequeño a su alrededor. Eso me hace pensar en la fase de la luna cuando está en cuarto creciente.
Antes de que empiece la hoja afilada, su guarda también es una luna en la misma fase que la otra y con algunos cráteres. Su hoja es de un color violeta un poco oscuro y tiene palabras escritas que ahora no puedo leer.
—Julieta utilizala, cuando quieras es tuya.
—No puedo aceptarlo— le digo, quitando mis ojos de esa preciosa daga y manteniéndolos en sus preciosos ojos color miel.
—No lo veas cómo un regalo, miralo cómo un préstamo, un trueque.
—¿Y qué te doy yo a cambio?
—Ya me cobraré eso.
Me guiña un ojo y pienso que me va a besar en la boca. Cierro los ojos y me besa en la frente. Me produce la misma sensación que cuando me da un beso en la boca. Me recuerda al beso que le di yo en su frente y me hace soltar una pequeña risa.
—Yo también estaré aquí para protegerte— le susurro, el siguiente beso si es en mi boca y mientras nos besamos cómo dos amantes yo sonrío.
—Estad preparados para saltar— nos avisa Marcus y yo me separo de Alek a regaña dientes.
El primero que salta es Paxel, le sigue Pol, Luna, Eva y los demás. Salto y caemos en una azotea cerca del centro comercial en la que cenan nuestros enemigos. Nos encontramos a dos soldados colombianos y hacemos presentaciones rápidas.
Cada uno sabe que hacer, nos dispersamos en cada esquina de la azotea y Paxel saca una especie de bazuca, con un gancho en la parte del cañón.
—Bien Paxel, dispara y ponte en posición— ordena Henry— Eva prepárate para pasar poleas, así os desplazáis al otro extremo donde están ellos.
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Superstición Keinox
RomanceDespués de todo lo ocurrido con Hera Keinox, llega un estado de calma, en el que nadie ataca a nadie. Por ahora, sin embargo como todo llega, todo se va incluida la calma. La pesadilla de Hera se vuelve realidad, teniendo una hija que es peor que el...