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¿Así que me has llamado a las ocho de la mañana en un sábado prácticamente llorando solo porque ayer Jimin ha dicho "nuestro hijo"? —Yoongi pregunta somnoliento y con toda la voz cargada de irritación.

Jeongguk sonrió aun cuando ellos no podían verlo, —Sí.

Adiós, Jeon. —y colgó.

Jeongguk refunfuñó y miró con sus cejas arrugadas la pantalla de su móvil. Maldijo al aire y tiró el celular de vuelta a la cama, ni siquiera el mal humor de Yoongi le haría perder la felicidad que sentía en aquel momento. Jimin había dicho nuestro hijo, él lo había dicho tan naturalmente que ni siquiera lo notó. Y no solo eso, ellos se habían tocado y besado en todo el proceso de los pancakes de Dakho.

Hoy era sábado, Jimin no debía trabajar por lo que era prácticamente día libre de Jeongguk. Él claramente pasaría ese día completo con su nueva familia, aunque primero quería hacer algo, es por eso que se había levantado tan temprano. Aunque si era sincero, desde que estuvo en la cárcel comenzó a tener un sueño ligero, asustadizo por todo lo que pudieran hacerle. Él era el nuevo frágil pollito dentro de la jaula de leones hambrientos.

Sobrevivió a aquello y eso lo hizo sentir como él jodido hombre más valiente que existe.

Tomó su abrigo y el móvil, lo guardó en su bolsillo y salió de la casa en silencio. No quería despertar a Jimin, lo había visto cansado cuando llegó, no sabía exactamente qué había pasado con su madre en aquella cena pero sabía que Jimin necesitaba un respiro, podía verlo todo el tiempo pensando en exceso, trabajando día y noche y con dolores de espalda que intentaba disimular cada vez que Dakho aparecía.

Caminó hasta la parada del bus y esperó hasta que este apareció. Durante el camino fue viendo el cambio de sectores, Jeongguk vivía en un excelente sector y a medida que el autobús avanzaba, las casas se achicaban, la gente tirada en la calle aumentaba y la basura nacía. Pasó alrededor de una hora cuando notó que faltaba poco para su destino, cuando la ciudad comenzó a alejarse y llegó a la última parada era la única persona arriba del bus. Le deseó una buena tarde al chofer y cubrió su cara cuando el sol le pegó en sus ojos, maldijo por no traerse lentes de sol y comenzó a caminar hacia el lugar que había jurado jamás volver.

El bus lo dejaba medianamente cerca, pero aun así cuando llego a la cárcel estaba agitado y completamente sediento, sabía que podía haberle pedido prestado el auto a Jimin pero no lo sentía correcto.

Caminó hacia la entrada donde un gendarme aguardaba en portería. Este lo miró dos veces antes de entrecerrar sus ojos.

— ¿Jeon?

Jeongguk le sonrió, —Que tal, Cha.

Cha sonrió grande, Jeongguk aún podía recordar al gendarme pollito, Jeongguk llevaba ya un año ahí dentro cuando Cha llegó. El gendarme que era demasiado delgado para intimidar y terminó siendo amenazado por Kim en una ocasión, siendo Jeongguk quien le salvó el trasero.

—Oh Dios, creí que no volvería a verte. —Cha dijo, ya no era delgado y varios reclusos comenzaron a tenerle respeto cuando noqueó a uno de los grandes durante una pelea en la cafetería.

—No pensaba volver, pero creo que me vendría bien una visita a Kim, ¿Crees que sea posible?

Cha asintió, — ¿Has pedido una cita?

Jeongguk vaciló unos segundos, —Eh... No. Pero, vamos Cha, ambos sabemos que puedes hacerme ese favor. —dijo, acercándose a la rejilla para que Cha le viera sus grandes ojos brillantes. Jeongguk podía ser un tipo intimidador, grande y musculoso e incluso con una mirada profunda y asesina; pero él sabía muy bien cómo usar sus ojos. Podía recordar las veces de su niñez o adolescencia donde Yoongi le decía ojos de bambi por aquella característica mirada que poseía el pequeño Jeongguk.

𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora