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Había ira, dolor, confusión, una explosión intensa de emociones que alertaba de una manera enloquecedora el corazón de Jeongguk, porque no importaba cuánto odio o desprecio y dolor derramasen los ojos de Jimin, ese amor que tenía por Jungkook seguía intacto, y aquello lo alivió un poco.

Aún no lo perdía.

De todas formas, ¿Servía de algo aquello? Jeongguk había huido para proteger a su familia, se había arriesgado a romper el corazón de tres personas, incluyéndose, con tal de mantenerlos a salvo, y ver el cúmulo de emociones salir de los poros de Jimin solo le hacía entender que él no lo dejaría ir tan fácil, y mierda cómo aceleraba el corazón de Jeongguk aquello, pero también sabía que eso solo complicaría más las cosas.

Jeongguk se encontraba contra la espada y la pared.

— ¿Qué haces acá? ¿Cómo... cómo lograste encontrarme? —preguntó ronco, sintiéndose ligeramente mareado al oler nuevamente el aroma de Jimin, tan dulce.

Jimin lo ojeó de arriba a abajo sin ningún disimulo, y Jeongguk se sintió tan avergonzado de que él le viera en este estado, con el cabello sucio y desordenado, ojeras moradas y un pequeño rastro de barba, en una pocilga que fue su refugio hace muchos años atrás. Pero Jimin no le miraba con desprecio, había preocupación en sus ojos, incluso si él intentaba disimularlo.

—Eres un hijo de puta. —Jimin dijo, apretando sus labios antes de respirar hondo. — ¿Me dejarás entrar para que me des tu burda explicación de por qué te desapareciste mientras dormía?

Jeongguk cerró sus ojos, sintiendo el dolor clavarse en su pecho al oír esas palabras, entendía el dolor de Jimin, mierda, lo entendía mejor que nadie, pero no iba a permitir que él llegara a hablarle de algo como si Jeongguk no hubiese sentido nada por ello, porque fue la decisión más difícil de su vida, y se arrepentía cada segundo que pasaba.

Y quería gritarle a la cara lo que había pasado en aquella fiesta de compromiso, lo que su madre había dicho, la amenaza que le había obligado a dejar lo que más amaba, pero hacer eso era una entrada directa al infierno.

— ¿Te has quedado mudo? —había exigencia en la voz de Jimin. — Vamos, Jeongguk, tuviste el valor de irte en medio de la noche, ten lo huevos de darme el motivo al menos, porque no solo me has dejado a mí, sino también a-

—Lo sé. —interrumpió, incapaz de oír ese nombre en aquella frase. No podía, ya estaba lo suficientemente dolido como para tener que soportar eso. — Yo... te dejé una carta.

Jimin sonrió sin gracia, —Si... eres realmente una mierda, Jeongguk, te dejé entrar en mi casa, estar con mi hijo, te presenté a mis amigos... Me entregué a ti, y todo lo que hiciste fue dejarme con una maldita nota, ¿Acaso es eso lo que merezco?

—No, Jimin, yo... —abrió lo suficiente la puerta para acercarse a él, pero Jimin se hizo hacia atrás, dejando en claro que no quería que lo tocara. Jungkook tragó el dolor de ello y lo miró a los ojos. — Es complicado.

Jimin miró detrás de Jeongguk y después a él, — ¿Qué cosa? De hecho es bastante sencillo, te hartaste de lo que estabas haciendo, con quien lo estabas haciendo así que decidiste huir.

Comenzaba a sentirse impotente de oír esas palabras salir de los labios de Jimin, o de sentir esa fuerte mirada penetrándole los ojos; pero no podía hacer nada, se encontraba en un dilema completamente, entre decirle la verdad o resistir y protegerlo.

—Eres un cobarde. —Jimin murmuró, intentando ocultar el temblor en su voz. — Y mereces que te olvide, que te saque de mi vida y no vuelvas más, pero vine hasta aquí... mierda, vine hasta ti, Jeongguk, para poder entender por qué... No puedo creer que realmente hayas sentido que yo, que mi mundo, te hartó.

𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora