Jeongguk aun podía recordar muy bien sus días en prisión, no los primeros, más bien aquellos donde ya era considerado imponente, donde algunos se la pensaban dos veces antes de meterse con él. A Jeongguk le costó más de lo que creyó poder darse su lugar, dejar de ser un niño tembloroso fue jodidamente difícil.
Logró que lo respetaran, cada paliza, cada pelea, cada grito y amenaza fueron suficiente para que la gente lo viera casi igual que a Kim, y eso era increíble para él. Kim era probablemente el más respetado de su área, y él tuvo la suerte de tenerlo como compañero de celda. Y Wang era tan despiadado que algunos incluso corrían a la otra esquina cuando lo veían acercarse. Jeongguk entrenó con los mejores, y gracias a ello se forjó de una manera firme, con un carácter firme que hacía callar bocas y bajar miradas. Intimidante era la palabra que lo describía en prisión.
Entonces Jeongguk recordó todo ello, recordó cada pelea que ganó y cada cicatriz que guardó de recuerdo. Recordó cada detalle y se preguntó:
¿Cómo demonios se había dejado pintar de princesa?
De seguro sus compañeros se burlarían de él ahora mismo. Era tan vergonzoso, pero él sabía bien por qué lo había hecho, por el mismo motivo que ahora reía tan feliz frente a él, aplaudiendo mientras la chica terminaba de aplicar el brillo en los ojos de Jeongguk.
Dakho le había pedido que se pintara, pero él no tenía claro de qué, así que le pidió ayuda a su padre Jimin, y Jimin le dio la buena idea a la chica que debía pintarlo de princesa. Jeongguk enarcó una ceja y se sentó, totalmente dispuesto a cerrar bocas, él podía ser tan macho como dejarse pintar como princesa, no era frágil con respecto a su masculinidad. Pero no iba a mentir que se arrepentía totalmente, aunque lo recompensaba la tierna risa de su hijo, y aunque jamás lo dijera en voz alta, también la sonrisa de Jimin.
—En realidad has quedado mejor de lo que creí. —Jimin dijo cuando la niña finalizó de aplicar el brillo labial.
Jeongguk tomó el espejo y se miró, —Si fuera chica, hasta yo me daba. —Jimin tiró su cabeza hacia atrás y rio con fuerza. — ¿Me hubieras dado si fuera chica?
—No son de mi interés, al menos no en ese sentido. —Jimin respondió, sus mejillas rojizas en lo que parecía ser el sonrojo más tierno que Jeongguk había visto.
Dakho caminó hasta Jeongguk y tiró de su blusa, —Señor Gguk, —Jeongguk asintió. — ¿Qué es dar? ¿Por qué mi appa le daría a una chica? ¿Qué le daría? ¿Flores?
Jimin carcajeó y Jeongguk se atragantó con su saliva. Entonces recordó todas esas preguntas que él alguna vez le hizo a su padre cuando era pequeño, cuando su padre aún no era el padre que Jeongguk recordaba. Fueron buenos tiempos, la mayor parte de su niñez fue mejor de lo que hubiera esperado, pero era una lástima que de lo que más recordaba era de su adolescencia y la mierda que vivió en ella.
Su vida siempre estuvo lejos de ser perfecta, lo más lindo que alguna vez llegó a tener fue la amistad de Hoseok y Yoongi. Pero ahora también tenía a su luz, a Dakho. Y ahora su hijo le hacía una pregunta incómoda como el infierno, pero Jeongguk se sintió tan bien con ello que su pecho se infló de felicidad. Estaba creando recuerdos con su hijo, y aunque una parte de él pedía a gritos contarle a Dakho quién verdaderamente era él, sabía que todo se merecía su tiempo. Jimin le había prometido que sería pronto, pero no tanto como para abrumarlo, Jeongguk estaba bien con esa respuesta.
Miró a Dakho y le sonrió, —Por supuesto, cuando tu corazón late por alguien, querrás darle cosas bonitas, como flores.
Dakho asintió un poco confundido, entonces se giró hacia Jimin, quien se mantuvo de pie junto a ambos todo el tiempo, con sus brazos cruzados en su pecho.
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𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ Ggukmin
Fiksi Penggemar*•.* ↳ Jeongguk es un exconvicto y Jimin el padre adoptivo de su hijo. Jeongguk nunca lo tuvo fácil, menos siendo padre soltero. Pero cuando cometió un error y tuvo que pagar por ello, su vida se derrumbó. La cárcel fue su destino y dejar a su hijo...