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Sus pies chocando con el barro hicieron un sonido que le sacó una mueca, pero poco le importó y cerró la puerta del auto de Taehyung una vez llegaron al lugar. Hace mucho tiempo que no pisaba este lugar, Yoongi se situó a su lado y finalmente Taehyung.

—Han es un tipo astuto. —Yoongi advirtió a Taehyung. — Aunque lento, lo golpeé sin ningún problema.

Taehyung sonrió, —No hagas eso esta vez, lo necesitamos de nuestro lado.

Jeongguk miró el portón negro y caminó hacia él. Había acordado ver Han y, por supuesto, Yoongi había insistido en ir con él. Taehyung debía estar presente ya que Jeongguk había tenido una buena idea que haría caer a la madre de Jimin de una vez por todas.

Jimin se había negado completamente a que Jeongguk volviese a ver a Han, pero era la única forma de obtener lo que necesitaba, y Jeongguk estaba seguro de que podría manejarlo, más aun estando con Yoongi y Taehyung, quien parecía increíblemente entretenido con la situación.

Golpeó el portón y vio cómo se abrió una pequeña longitud donde se vio cara a cara con algún tipo que supo reconocer de quien se trataba y terminó por abrir la puerta para permitirles el paso. Los tres entraron y Jeongguk miró todo el lugar, viéndose casi igual a la última vez que había venido. Recordaba que la oficina de Han estaba al final del pasillo, y que un poco a la izquierda se hallaba un club donde estaban todos lo que trabajaban con él y un par de prostitutas que los mantenían entretenidos toda la noche. Le parecía repugnante el lugar, así que se concentró el seguir al robusto hombre, ignorando a los tipos que se detenían a mirarlos. Miró de reojo a Taehyung, tal vez para asegurarse de que estuviera bien, pero se veía bastante relajado, mirando al frente y con la cara en completa seriedad. Yoongi, por otro lado, mantenía sus filudos ojos en cada rincón del lugar, mirando con intimidación a cada hombre que se paraba a mirarlos.

Llegaron finalmente a la puerta roja que Jeongguk recordaba con una perilla distinta, esta era dorada y estaba seguro que probablemente era de oro, conociendo lo avaricioso que era Han. El robusto hombre golpeó tres veces y abrió, parándose a un lado de la puerta con las manos tomadas en su espalda para darle el permiso a ingresar.

Jeongguk entró primero, viendo la fina capa de humo que cubría la sala de paredes rojas y una gran alfombra blanca. Jeongguk recordó por qué le gustaba tener alfombras blancas y respiró hondo, miró hacia atrás para ver a los dos chicos que entraron con él y volvió su mirada al hombre que se encontraba sentado en su escritorio con un puro entre sus labios y una mujer en sus piernas, por la vestimenta de ella Jeongguk supo que se trataba de una mujer de noche.

—Jeon Jeongguk, no has venido solo. —Han habló, expulsando el humo espeso y apuntando a la silla frente a él. — Siéntense.

Unos hombres trajeron dos sillas más y los tres se sentaron, Jeongguk en medio, quedando frente a frente con Han. Este besó vulgarmente a la mujer en sus brazos, apretándole el culo antes de bajarla de sus piernas y pedirle que espere afuera, sentándose recto y dándole una calada profunda al puro.

— ¿Qué te trae por acá? ¿Acaso te has dado cuenta que sin mí no eres nadie? —habló juguetón, recibiendo la risa de Yoongi como respuesta, una llena de ironía que le hizo entender a todos en la sala que si él decía nuevamente esa estupidez, Yoongi no lo dejaría pasar. Los ojos de Han lo miraron antes de ojear a Taehyung, volviendo finalmente a Jeongguk. — Habla.

—Haneul. —dijo, viendo como Han parecía entender a la perfección lo que él buscaba decirle.

Se dejó caer en el respaldo de la silla y sonrió mostrando sus amarillentos dientes, — ¿Qué buscas exactamente?

—Todo lo que puedas darme.

Habló firme y tenso, sin mostrar ni un solo ápice de miedo. Han parecía entretenido con su nueva versión, pues el niño que había conocido hace seis años ya no existía más.

𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora