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Cerró la puerta de su auto y acomodó su corbata, respirando hondo al ver el gran edificio en el que había trabajado los últimos dos años.

Era joven, había terminado sus estudios no hace mucho y sabía más que bien que si ahora trabajaba como gerente, no era más que por los movimientos de su padre. Aquello le dio un poco de náuseas, porque siempre había tenido claro de sus privilegios, pero esta era la primera vez que Jimin se daba cuenta de cómo había pasado por encima de todos los que se esforzaban.

Pero ahora todo eso ya no importaba, enfrentaría de una vez por todas a su madre y si ella buscara sacarlo del trabajo, le daba igual. Aunque sabía que ella no lo haría, eso crearía demasiadas preguntas, y para una mujer como ella, eso sería un escándalo muy grande.

No importaba, nada de eso lo hacía. Jimin pensaba en Dakho y su sangre hervía, recordando la mirada tan vacía y triste, todo ese dolor causado por esa mujer. Jimin entendió cuando abrió los ojos por la mañana y vio el gran cuerpo de Jeongguk acurrucándose como un bebé y soltando suave lágrimas mientras dormía, que él no había tenido la culpa de nada, que él solo había sido víctima de este juego sucio en que los habían metidos sin pedirlo.

Un juego que él no pidió empezar pero que se aseguraría de terminar.

Caminó con la cabeza en alto por cada piso, saludando a cada persona que pasaba por su lado de manera respetuosa, y cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso veinte, apretó el maletín en su mano izquierda y salió sin titubear, caminó recto a su oficina donde aguardaba la mujer que lo había traído al mundo. Jimin le había enviado un mensaje, necesitaba que todo esto parara de una vez, esa mujer comenzaba a arruinarle su vida privada, y por mucho tiempo ni siquiera le importó, pero que haya decidido a amenazar a Jeongguk para alejarlo de su vida y hacer sufrir a Dakho de la manera en que lo hizo, fue llegar demasiado lejos.

Los escudriñadores ojos de Haneul perecieron sobre Jimin, inexpresiva, audaz. Jimin cerró la puerta y caminó despacio hasta dejar su maletín sobre la mesa, todo bajo la atenta mirada de su madre, quien no solo parecía furioso, sino también a punto de estallar.

—Tu mensaje no me ha venido nada de bien. —ella dijo, caminando por la oficina de brazos cruzados.

Jimin la observó antes de sentarse en su silla, y ella lucía tan radiante, completamente impecable, con olor a perfume dulce y un peinado sin ningún pelo salido. Se veía completamente opuesta a Jimin, quien lucía suaves ojeras por las noches de insomnio y su cabello había perdido brillo por el estrés. Mientras ella destruía su vida lucía perfecta, aquello solo prendió más fuego dentro de Jimin.

—El que tú hayas amenazado a Jeongguk tampoco me ha venido nada de bien. —espetó casi rechinando los dientes.

Haneul abrió sus ojos en lo que pareció ser fugaz sorpresa, pero pronto lo disimuló con molestia y soltó una delicado bufido, —Por supuesto que no podía callarse la boca. —murmuró antes de mirar a Jimin. — Hice lo mejor para ti, para tu futuro y para el de mi nieto.

— ¿Lo mejor? ¿Lo mejor era amenazarlo, hacerme mierda a mí y a mi hijo? Todo por tu capricho de la familia y vida perfecta, ¡No volveré con Chanyeol! —gritó, sin saber por qué se había alterado tan rápido, pero a la vez pensando por qué no lo había hecho mucho antes.— ¡Aunque me aísles de todo el mundo y me dejes solo, no volveré siquiera a estar en la misma habitación que él! Y por lo que veo, tú eres mucho peor que él, ¿Qué demonios estuviste haciéndole a Jeongguk en la cárcel?

Ella bajó su mirada, sintiendo expuesta más no avergonzada, porque no tardó en alzar el mentón con suficiencia.

—Era el estorbo que no dejaba que tuvieras a Dakho, hice lo necesario para que pudieras adoptarlo y tener tu familia feliz que tanto querías, todo lo que debías hacer era seguir con Chanyeol y criar a Dakho como una familia funcional, pero eres tan idiota que terminas enrollándote con un ex convicto, ¿no te das cuenta? ¡Le arruinas la vida a Dakho!

𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora