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Jimin masticó el último bocado de aquella carne mechada bañada en una suave salsa que le daba un toque dulce, contrastando con el salado de la carne roja. Llevó con rapidez el tenedor al puré tan suave para el paladar que lograba deshacerse en su boca, combinándose con la salsa y dándole un deleite a las papilas gustativas de Jimin, quien aún no podía creerse el buen sabor de la comida. Ni siquiera en los grandes restaurantes había sentido tan buen sabor, y tal vez era porque había algo que esa comida tenía: el amor en cada especia, el tiempo de cocción perfecto y la dedicación de un chef digno.

Eso definitivamente no lo había hecho Jeongguk.

Limpió sus labios bañados en la salsa con una servilleta, —Ha sido el mejor plato que he comido, así que debes decirme quien lo ha hecho.

Jeongguk tragó su último bocado y llevó a su boca la copa de vino que había servido con mucho cuidado mientras Jimin se sentaba. Jimin miró atento a sus movimientos, atraído con la manera en que la camisa ceñía los musculosos brazos de Jeongguk, que se contraían con cualquier movimiento, dejándole a la vista una excelente imagen de esos brazos fuertes, incluyéndole la camisa abierta tres botones que dejaba a la vista parte de sus pectorales, no solo haciéndolo lucir malditamente caliente, sino también como un hombre capaz de anteponerse ante cualquier persona, luciendo como el perfecto líder. Aunque la manera en que su cabello húmedo caía con poder sobre sus cienes le hacía concentrarse más en lo caliente que lucía. Verlo vestido así fue algo completamente nuevo para Jimin, acostumbrado a verlo vestir cazadoras o camisetas simples en conjunto con unos pantalones.

Ahora vestía un traje negro completamente ajustado a su anatomía, dándole picores en los dedos a Jimin para arrancarle de una vez ese traje y ver que hay debajo.

Solo entonces pensó en que Jeongguk debía vestir así más seguido.

— ¿No confías en mis cualidades culinarias? —Jeongguk cuestionó, sosteniendo la copa entre sus dedos.

Jimin sonrió, dejando caer su espalda en la silla tan sutilmente que sintió con lentitud el gélido cruzar su camisa hasta esparcirse en su espalda y provocarle un escalofrío que no hizo más que sacar una suave sonrisa en los labios de Jeongguk, dándole el perfecto contraste con su dura e intensa mirada y haciendo que el calor suba por el cuerpo de Jimin.

—Ni siquiera tú confías en ella. —dijo, ignorando cómo su abdomen bajo cosquilleaba.

Jeongguk bufó, —Soy mejor de lo que piensas cocinando, la gente en la cárcel me pedía segundo plato cada vez que rotaba en la cocina.

Jimin sonrió, sintiendo el amargor en su boca al recordar de donde había venido Jeongguk. Más allá de los estándares, el pensar que él tuvo que pasar por aquel infierno le hacía sentir rabia y asco, y le hacía querer cuidar y proteger del gran hombre que parecía saber cuidarse muy bien por sí mismo.

—Sin embargo... Vale, no lo hice yo.

Jimin sonrió, — ¿Entonces quién? No mentía cuando dije que es lo mejor que he probado, necesito saber el nombre del chef.

—Pues el nombre del chef es de un tipo de barrio que solía robarse cosas de supermercados porque no tenía para comer, y luego le daba la mitad al pobre Jeongguk que tampoco tenía para comer... Lo siento, no debí hablar de eso.

—No, cualquier cosa de tu pasado es de mi interés, Jeongguk. —Jimin aseveró, intrigado por completo en la vida que tuvo Jeongguk. Porque la vida de Jimin fue de lujos desde que nació, ir de fiesta en fiesta, viajes a Europa y aburrirse en mansiones, pero la vida de Jeongguk era completamente distinta, y cada vez que Jimin sabía un poco más acerca de ello le rompía el corazón.

𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora