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Jimin arregló su corbata, mirando su cabello por el espejo en su auto.

Podía recordar todas las veces en la que su madre se quejó de su mal aspecto debido al trabajo. Ella siempre decía que debía preocuparse más por sí mismo, arreglarse el cabello, un mejor perfume, algo que hiciera a Chanyeol quedarse a su lado.

Aún recordaba todas esas conversaciones, todas las veces que su madre dijo cosas sobre su fallido matrimonio y como era su culpa por descuidarlo. "Si Chanyeol te engañó, debemos mejorar tu aspecto para que no vuelva a mirar a nadie más, cielo" dijo una vez, y Jimin jamás se olvidaría de eso. Así que ahora intentó verse lo más decente posible, ignorando sus ojeras por el trabajo y el pálido de sus mejillas. La verdad era que no le importaba realmente, ya no más.

Su móvil vibró y lo tomó para verificar de qué se trataba, sus labios partiéndose en una sonrisa inevitable cuando vio el nombre de Jeongguk en su barra de notificaciones.

"Ten una linda cena con tu madre. Si me lo permites te esperaré para poder besarte (he querido hacerlo todo el día)"

"Dios si, te llevaré algo para cenar. No te olvides de duchar a Dakho y ya estoy ansioso por tus besos". Jimin sonrió con vehemencia, mordiendo su labio mientras respondía al mensaje, casi sintiendo los labios de Jeongguk sobre los suyos. Eran tan suaves en contraste con su áspera piel. Su lengua era tierna, delicada recorriendo toda su boca mientras sus brazos grandes apretaban con firmeza la espalda y cintura de Jimin, enloqueciéndolo con furor, haciendo que sus piernas temblaran solo por un beso. Jeongguk podía hacer que todo el cuerpo de Jimin se estremeciera solo con un toque, un roce, una caricia. No pedía mucho, no era avaricioso, jamás lo fue; pero con Jeongguk se sentía como el mismo pecado capital, deseoso por cada extremo de él, cada espacio de su cuerpo ser descubierto por sus manos y lengua.

Sintió como un calor subía por su estómago, recorriendo sus brazos hasta la punta de sus dedos. Respiró hondo y soltó un poco más su corbata, sintiendo sus mejillas ardiendo con el solo recuerdo de Jeongguk. De verdad ese hombre lo estaba consumiendo más allá de lo que Jimin alguna vez creyó posible, y ni siquiera lo conocía realmente bien.

—Bien, Jimin, tú puedes. —se dijo en el espejo y finalmente salió del auto.

La verdad era que su madre lo ponía sumamente nervioso, estar en la misma habitación que ella implicaba comentarios que a él le desagradaban pero que no podía decir nada al respecto. Y la verdad era que Jimin ya estaba harto de tener que fingir que todo estaba bien, que nada le molestaba. Pero era su madre de quien se trataba, no importaba lo desagradable que podría llegar a ser, Jimin jamás podría faltarle el respeto.

Entró al elegante restaurante donde se mantenía una melodía suave de la banda en vivo con un fragante aroma, las suaves risas de las personas y la tenue luz ambiental dándole el perfecto ambiente de gente adinerada que buscaba reunirse en lugares donde gastaban más de lo que Jimin creía necesario, pero su madre insistía en ir a aquellos lugares refinados. Ellos tenían dinero, demasiado para el gusto de Jimin, su padre era un importante empresario del que heredó una de sus empresas para hacerse cargo.

—Hola, madre. —saludó cálidamente, agachándose hacia ella y besando su mejilla.

—Hijo querido. —su madre le sonrió, sus suaves arrugas contorneando su cara. Le echó un vistazo por todo el cuerpo mientras Jimin se sentaba. — Podrías arreglarte un poco, cariño.

Jimin peinó un poco más su cabello y le sonrió sin decir nada. Su madre por supuesto comenzó a contarle todo sobre las últimas semanas, aquellos chismes que personalmente aburrían a Jimin. También habló de su padre, como le estaba yendo en las franquicias y lo bien que les estaba yendo con varios tratos. Jimin se alegró por ello, recordaba su niñez donde veía a su padre trabajar y deseaba ser tan esforzado como él.

𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora