Podía sentir la pared gélida enfriarle el cráneo, e intentaba concentrarse en aquella sensación que lo mantenía aun con los pies en la tierra, la música fuertemente saliendo de sus audífonos intentando callar las voces que aun así lograba oír incluso si tenía al máximo el sonido de su viejo móvil. Aunque en realidad no estaba seguro de por qué llevaba los cascos, si para ahuyentar los gritos de sus padres en la sala y para alejarse de sus propios pensamientos, demasiado crueles y oscuros que le llevaban a pensar en estupideces de las cuales Yoongi le patearía el trasero.
Aunque no podía evitarlo, no cuando había pasado por un momento tan traumático como saber que su mejor amiga y la cual llevaba a su hijo dentro había parido, pero no había salido bien de ello.
Jeongguk apretó sus ojos con fuerza, intentando concentrarse en la música y no en la imagen de Wheein, su mano mortecina colgando de aquella camilla, el chillido del bebe cubriéndole los oídos mientras veía sin poder creer como los doctores y enfermeras trataban de traer a la vida el cuerpo inerte de ella.
Alejó su cabeza de la pared para devolverla con fuerza, dándose el primer golpe que tendría una seguidilla de ellos, cada vez más fuertes y que le causaban dolor, pero no le importaba, buscaba abrirse la cabeza y desangrarse en su cama hasta morir, así ya no tendría que seguir viviendo el mismo infierno de siempre. Su vida nunca fue buena, habían pocas cosas que realmente disfrutaba, pasar tiempo con Yoongi y Hoseok luego de la escuela era genial, aunque creía que Yoongi no era tan buena influencia. Haber cuidado de Wheein los últimos nueve meses fue increíble, y a pesar de que sabía que criar un hijo sería una carga, ambos estaban dispuestos a hacerlo. Pero entonces ella murió, y solo habían pasado tres días de eso, y sentía que cada vez se hundía más en aquel infierno.
La puerta de su habitación se abrió abruptamente, abrió sus ojos y detuvo los golpes para mirar la cara roja y arrugada de su madre, aparentemente gritándole algo que prefería no entender. Pero ella no buscaba quedarse con eso, así que caminó hasta Jeongguk y tiró de sus audífonos con fuerza, tirándole el móvil al suelo. Jeongguk lo miró antes de subir sus ojos a la mujer, sin interés de pelear con ella, no después de haber oído tantas atrocidades de su boca.
— ¿Qué crees que haces, eh? Los padres de Wheein están destrozados, hoy será el entierro y estás aquí encerrado escuchando música, ¿has visto a tu hijo? ¡Por supuesto que no!
Jeongguk apretó sus manos, intentando enterrarse las uñas lo suficientemente profundo para hacerle sentir calma. Se sentía cada vez más alterado e irritado, él bien sabía que hoy era el funeral de Wheein, era su jodida amiga y la amaba, platónicamente, pero todos se esmeraban en gritarle a la cara que no le importaba.
—Vístete para ir al funeral. —exigió la mujer.
—No quieren que vaya. —murmuró.
Ella lo miró incrédulo, —Por supuesto que no, por tu culpa se ha muerto esa niña.
Respiró hondo, intentando no explotar luego de días oyendo como le escupían en la cara que ella había muerto por su culpa. Aun sentía el fuerte agarre de las manos del padre de Wheein en su cuello cuando salió de la sala de parto con las noticias, aunque sabía que el hombre estaba desesperado, había perdido a su hija adolescente; pero Jeongguk sabía que no era su culpa, y no dejaba de dolerle y molestarle que todo el mundo le dijera lo contrario. Sabía que habían sido irresponsables, y él planeaba ser un buen papá para su hijo, ser mejor de que tenía, así que seguir con el embarazo había sido una decisión de ambos.
No era su culpa.
No lo era.
—No puedo creer que seas mi hijo, me avergüenza salir a la calle y que la gente me vea luego de lo que has hecho. —seguían escupiendo al aire.
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𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ Ggukmin
Fanfic*•.* ↳ Jeongguk es un exconvicto y Jimin el padre adoptivo de su hijo. Jeongguk nunca lo tuvo fácil, menos siendo padre soltero. Pero cuando cometió un error y tuvo que pagar por ello, su vida se derrumbó. La cárcel fue su destino y dejar a su hijo...