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Había algo en la mirada de Jeongguk que había nacido en el preciso instante en que reveló su más grande secreto. Jimin no pudo pasarlo desapercibido, porque era un brillo tan excepcional, puro y profundo que no podía evitar perderse en ello.

Incluso la manera en que Dakho comenzaba a mirar a Jeongguk había cambiado ligeramente, observándolo con mayor curiosidad, siempre arrugando suavemente sus cejas y escaneando toda su cara, sonriendo grande cuando encontraba otro parecido.

Jimin se sentía enamorado nuevamente de la vida, viendo cómo Dakho y Jeongguk lograban acercarse a cada día, y aunque sólo habían pasado cuatro días desde que le dijeron la verdad, Jimin había notado su cercanía, y lo que más llenaba su corazón es que ninguno jamás buscaba excluirlo. Ambos lo esperaban con una cena al llegar del trabajo, Jeongguk se encargaba de besarlo por todos lados cuando se acostaban por la noche, y de vez en cuándo hacerlo suyo en el silencio acogedor, mordiendo sus labios para acallar las sensaciones que solo Jeongguk podía hacerlo sentir.

Jimin nunca se sintió como en una familia hasta ahora.

Podía mirar atrás, las cenas vacías con Chanyeol, las conversaciones sin rumbo a nada, las noches de espera. Todo su matrimonio siempre fue una farsa que ni siquiera Jimin podía ver, todo era risas y abrazados fuera del hogar, pero cuando estaban en él siempre hubo una brecha que Jimin intentó con desesperación cruzar tantas veces, pero jamás pudo. Ahora lo entendía, esa jamás fue su familia, dormir al lado de Chanyeol nunca se sintió tan cómodo como hacerlo con los fuertes brazos de Jeongguk, mirar los ojos de su ex esposo jamás le hizo sentir aturdido como los de Jeongguk, ni siquiera sus besos eran capaces de elevar todo su cuerpo, ni sus manos de calentar su piel con un simple tacto.

Todo era tan falso, tan superficial que Jimin necesitó probar el verdadero amor para notarlo. Aunque no iba a poner en duda su amor, él amó a Chanyeol incluso cuando él no lo merecía, pero aquel amor no podía compararse con el de Jeongguk, tan real, único y absorbente. Un amor insaciable, ansioso por más, sediento de la carne de Jeongguk y de sus suspiros, era un amor que le consumía en mil fuegos, que ardía de la manera más pura y real. No era agotador, triste ni vacío, no le hacía sentir incapaz de ser amado ni mucho menos no merecedor de aquello.

Por el contrario, se sentía amado incluso con solo recibir la suave mirada de Jeongguk. La misma mirada que ahora le entregaba, sus ojos oscuros brillando y una ladina sonrisa decorando sus labios, dándole un aireado sensual que contrastaba con sus tiernos dientes y grandes ojos de cachorro.

—Aun no entiendo que milagro tuve que haber hecho en mi vida pasada para despertarme cada día al lado de semejante hombre. —Jimin sonrió y Jeongguk silbó. — Luces tan caliente, Jimin. Me vuelves loco. —llegó hasta él y lo besó, demandante sobre sus labios y buscando más contacto que Jimin interrumpió con una sonrisa.

—No más besos, ponte el saco. —Jimin demandó, apuntando al saco recién planchado sobre la lisa cama.

Jeongguk ronroneó y besó la mejilla de Jimin, —Puedes ordenarme todo lo que quieras, nene. Pero ya sabes... cuando volvamos de esa fiesta, me enterraré dentro de ti y seré yo quien te ordene cosas. —dijo con la voz ronca, y Jimin sabía que se estaba caliente, podía verlo en sus ojos oscuros y deseosos y sus manos que no dejaban de amasar el culo de Jimin.

Este aspiró hondo, intentado controlar su propia polla que saltó ante la imaginación. Llevó sus inquietas manos hacia la corbata de Jeongguk y la arregló.

—Podrás enterrarte dentro de mí toda la noche, pero ahora debemos irnos. —Jimin susurró sobre sus labios y dejó un rápido beso sobre ellos, alejándose de Jeongguk antes de que este lo arrastrara a la cama y se perdieran la fiesta de compromiso de Taehyung y Seokjin.

𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora