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Jeongguk entró al bar, la música que se oía desde la cuadra anterior llenando por completo sus oídos, aunque poco le costó acostumbrarse. Revisó con su vista todo el lugar, recordaba muy bien la cara de Chanyeol y su aroma a hijo de puta, así que iba a ser fácil reconocerlo de primera. No lo halló así que caminó hasta la barra y pidió dos cervezas, miró todo el lugar, la vida de cada una de esas personas, tan libres, relajados, aburridos.

Por un momento, sumamente mínimo, Jeongguk extrañó la cárcel.

No es que extrañara estar allí encerrado, sino que extrañaba sus tardes con Kim y Wang, la adrenalina que después de un tiempo comenzó a divertirle. Jeongguk pasó por muchas cosas ahí dentro, noches de amenazas y peleas ganadas, y no es que fuera un amante de los golpes, pero después de pasar cinco años encerrado en un lugar donde ellos eran el único recurso para mantenerlo vivo, se dio cuenta de que era lo que mejor se le daba. Jeongguk era muy bueno pateando traseros, y aquella adrenalina de aventura, por primera vez desde que salió, la había vuelto a sentir.

Podía recordar las veces que se colaron a celdas solo para ponerle un cuchillo en el cuello a alguien y amenazarlo, y como el infierno que no estaba orgulloso de eso, pero ahí dentro era él o los demás, y Kim le enseñó muy bien como amenazar. Aunque por supuesto que ahora no usaría aquellas tácticas, pero estaba harto y encabronado y -por un momento- deseó estar con Chanyeol dentro de la cárcel, porque entre esas rejas nadie lo hubiese salvado de su ira.

Sin embargo no lo estaban, y agradecía no estarlo, porque Jeongguk no quería seguir cagándola y clavarle un cuchillo lentamente en la yugular a Chanyeol era cagarla profundo, además, le asustaba un poco que su primer pensamiento sea tan violento. Sabe que está más que justificado pero aun así se sentía sumamente asqueado por pensar en cosas tan sádicas como esas. Jeongguk nunca había matado a nadie, tampoco es que se había vuelto un ser despiadado, pero sí que había dejado a tipos graves o con un par de huesos rotos, y eso ya era suficiente para Jeongguk para saber que, si se metían con Jimin o Dakho, sería capaz de matar y torturar por ellos.

Eso lo asustaba jodidamente mucho.

—Jeon Jeongguk.

Se giró de inmediato ante la voz de Chanyeol, el famoso Park Chanyeol. Lucía un traje bien planchado con una corbata ajustada y sin ninguna arruga, ambos de tono vino brilloso que lo hacía lucir no solo elegante, sino glamuroso. Su cabello se arrastraba con firmeza hacia su nuca, despejando su frente y haciéndolo lucir poderoso, contrastando por completo con su cara de niño bueno. A simple vista era un hombre a quien podías confiarle tus secretos pero también seguir sus órdenes, y a Jeongguk le impresionó aquello y pudo entender como Jimin cayó antes sus encantos. Pero seguía siendo una basura, y aunque oliera a rosas y vistiera elegante, era carne podrida.

—Park Chanyeol. —Jeongguk respondió, enderezando su espalda y apuntando la cerveza que apenas acababa de llegar.

Chanyeol sonrió y se sentó junto a Jeongguk, —Me ha sorprendido mucho tu llamada, más aún porque creí que sería Jimin pidiéndome volver a él, como siempre termina haciendo.

Jeongguk sonrió ladino, porque sabía más que bien que Chanyeol buscaba jugarle la psicológica, pero Jeongguk tenía cinco años de ventaja en eso, ya nadie podía jugarle la mente a alguien que podía controlar su cabeza como Jeongguk lo hacía.

—Es cierto. —Chanyeol dijo y rio, su voz suave y relajada como si estuviese hablando con un amigo de años, lo cual impresionó a Jeongguk, la facilidad con la que Chanyeol podía parecer un buen hombre cuando era todo lo contrario. — Empezamos en su penúltimo año de universidad y cada vez que peleábamos, él terminaba volviendo a mí. Incluso luego de que me fuera de nuestra casa, él, borracho, me llamó y por supuesto que yo no podía dejarlo en ese estado. Y, vaya que me demostró lo mucho que me extrañaba.

𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ GgukminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora