Jimin respiró hondo y abrió la puerta de la entrada.
No iba a mentir, no hubo un solo momento en todo el día en que no pensó en la cena de Jeongguk, pero no solo eso. También pensó en cómo habrían convivido Jeongguk y Dakho. Jimin sabía de sobremanera que ambos se llevaban más que bien, y tal vez ese era uno de sus mayores miedos. Había tantos factores que lo tenían asustado, le aterraba que Dakho prefiriera a Jeongguk, le aterraba que Jeongguk se fuera, que lo lastimara. Definitivamente le asustaba que Jeongguk se quedara.
Le asustaba porque encajaba a la perfección con ellos, le asustaba porque sentía que ese era el lugar de Jeongguk. Sentía tan correcto llegar del trabajo y saber que Jeongguk estaría preparando algo en la cocina luego de haber llevado a su hijo a dormir. Y no solo algo, sería una cena para ambos, una jodida cena que cambiaría todo a partir de ahora. Porque lo haría, cambiaría la forma en que Jimin ve a Jeongguk, la forma en que se siente con respecto a él. Jimin ya estaba profundamente interesado en ese hombre, en cada detalle de él, su suave y brusca forma de ser, la manera en que sus ojos se agradaban igual que los de su hijo.
Dios, Jimin estaba tan asustado de dejarse llevar por sentimientos no correspondidos. Pero aquel mismo hombre la noche anterior le había dicho hermosas cosas, ese mismo hombre había mencionado que Jimin valía mucho más de lo que cualquiera jamás dijo. Ese mismo hombre ahora preparaba una cena para ambos.
Y Jimin tuvo que tomar una gran bocanada de aire para cruzar el umbral y aceptar que lo siguiente que pasaría, lo cambiaría todo.
Para bien o para mal.
Cerró la puerta y dejó su maletín en el sofá ante de aflojar su corbata y tronar sus huesos del cuello. Jimin siempre había sentido dolores en el cuello luego de cada jornada laboral, y aunque sabía que tronarse los huesos no le serviría de nada, lo hacía de todas formas.
Caminó hacia la cocina, pero antes de poder llegar a ella, se detuvo casi abruptamente cuando vio la mesa de la sala. Esta estaba bien decorada, con un mantel blanco y dos platos vacíos, una velas de decoración junto a unas flores hermosas.
Jimin sonrió ante la hermosa vista, realmente no podía creer que alguien tan duro como Jeongguk hubiera preparado aquello.
—Bienvenido. —oyó a su espalda la voz de Jeongguk.
Giró sobre sus talones y lo vio apoyado en el umbral de la puerta de la cocina, sus fuertes brazos siendo cubiertos por una camisa negra que se ceñía a su cuerpo tan maravillosamente que Jimin tuvo que tragar el exceso de saliva.
Jeongguk estaba semi-formal, la camisa negra abierta del cuello y luciéndola tan jodidamente sexy, deleitando a Jimin con sus clavículas que parecían ser imanes a los ojos de Jimin; unos jeans oscuros y unos zapatos lustrados. Lucía tan apetecible que Jimin sintió el salto que su polla dio ante la vista. No era justo, no lo era en absoluto.
Jimin no podía llegar a casa y sentir ese rico aroma, ver una mesa preciosa y encima un adonis apoyado en su cocina. Sentía que moriría de un orgasmo de felicidad en cualquier momento.
— ¿Te has vestido para la ocasión? —Jimin preguntó.
Jeongguk sonrió, —Por supuesto que sí, aunque lucía más lindo con el delantal encima. —Jimin sonrió ante ello y miró a su al rededor.
— ¿Todo bien con Dakho?
—Más que bien, vimos la película de Ironman y luego se fue a dormir, y eso me dejó tiempo para prepararte una rica cena. Por favor, —Jeongguk caminó hasta la mesa y sacó una silla. — toma asiento.
Jimin mordió su labio inferior y se acercó a él, sintiendo su corazón tan acelerado que casi lo regañó por ello. Intentó relajarse, intentó decir que esto no era nada. Pero sabía que mentía, Chanyeol jamás le hizo ni de cerca esto, él era de los tipos que iban a restaurantes finos y le pedía la comida más sofisticada mientras presumía de su gran puesto laboral. Chanyeol probablemente jamás hizo una cena en su vida.
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𝐉𝐀𝐈𝐋 •*ᵎ Ggukmin
Fanfic*•.* ↳ Jeongguk es un exconvicto y Jimin el padre adoptivo de su hijo. Jeongguk nunca lo tuvo fácil, menos siendo padre soltero. Pero cuando cometió un error y tuvo que pagar por ello, su vida se derrumbó. La cárcel fue su destino y dejar a su hijo...