𝟐𝟎. 𝐇𝐚𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐥 𝐟𝐢𝐧 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨

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Por la noche hizo tanto frío que Kit sacó los buzos de su mochila, dándole el suyo a Eddie, el pobre tenía la piel helada.

— Hey — dijo con una sonrisa mirando su buzo —  este es el que te presté cuando nos saltamos las clases.

Kit rió. — Sí, por fin te lo puedo devolver, aunque es un acto en contra de mi voluntad.

Él alzó una ceja, mirándolo con diversión. — ¿Ah, si? ¿Por qué?

— Pues... es tuyo.

Eddie rió. — Ya, entiendo. ¿Sabes qué? Toma — le extendió el buzo —, ten el mío y dame tu buzo.

— ¿Por qué querrías mi buzo? — preguntó, sonriendo como tonto, en parte porque Eddie le sonreía de esa manera.

Él se encogió de hombros. — porque es tuyo.

Kit rió y asintió, intercambiando buzos con él. El buzo de Kit le quedaba bien a Eddie, pues afortunadamente había traído uno de dos tallas mayor que la suya, mientras que el buzo de Eddie le quedaba adorablemente grande, lo que hizo que el mayor lo mirara entre divertido y enternecido.

Eddie se acercó a él. — Deja, te ayudo — dijo arremangando las mangas bajo la mirada boba de su chico —. De verdad te queda muy...

Kit alzó una ceja sin dejar de sonreír. — ¿Grande?

Eddie golpeó suavemente su frente. — Adorable, idiota.

Kit rió por lo bajo, mirando como imbécil la manera en que Eddie lo miraba, sintiendo su corazón latir con fuerza. Y es que los ojos de Eddie brillaban cuando conectaban miradas, brillaban con afecto, causando que Kit se pusiera tímido y el contrario riera por lo bajo ante esto. Les encantaba estar así, mirándose como dos idiotas enamorados, ignorando todo a su alrededor. Estaban agradecidos, pues ambos en algún punto de su vida habían creído y asumido que su destino era pasar sus vidas solos. Pero en cuanto sus caminos se chocaron, supieron que no era así.

Eddie de la nada se puso en alerta al escuchar un ruido a lo lejos, puso su dedo índice en sus labios y se acercó a la ventana, indicándole a Kit que permaneciera detrás de él.

— Mierda... — dijo viendo un auto estacionarse delante de la casa de Rick.

De ahí bajaron Jason y sus amigos.

Eddie le indicó a Kit que lo ayudara a mover la canoa, él obedeció un poco asustado y comenzó a empujarla con él.

— ¡¿Qué hacemos?! — susurró con desesperación.

— Huir. Todo estará bien, tranquilo.

Kit asintió, cuando la canoa estuvo en el agua Eddie tomó su mano y lo ayudó a subirse, a pesar de que se sentía mejor de los dolores su novio seguía siendo cuidadoso con él, luego él tomó los remos y empujó un poco más la canoa, para luego subirse y comenzar a remar con desesperación, rogando que no los vieran.

Pero cuando se estaban alejando...

— ¡Por allá! ¡Vamos!

— ¡Mierda, mierda, mierda!

Le dio los remos a Kit, quien los movió con toda la fuerza que tenía, y Eddie intentó hacer reaccionar al motor de la canoa. Jason y uno de sus amigos se lanzaron al río, avanzando con velocidad y furia.

— ¡Arranca, arranca, arranca!

Pero no reaccionaba y ellos estaban demasiado cerca de ambos. Kit, en un intento de desesperación, se paró y movía el remo en dirección de los jugadores con intención de golpearlos, Eddie imitó su acción.

— ¡Aléjate!

El rubio lucía victorioso. — ¡Ya casi los tenemos, Patrick!

Pero el otro estaba inmóvil en su lugar y Kit lo notó, pero se concentró en intentar alejar a Jason con su remo, gritándole que los dejara en paz.

— ¿Patrick? — lo llamó el rubio al ver que no lo seguía.

Los tres fueron testigos de la manera en que Patrick salía volando del agua, asustando a Eddie de tal manera que los tumbó a ambos de la canoa. Kit salió a la superficie buscando aire, viendo con miedo al chico que seguía elevado en el aire. Eddie lo tomó del cuello de su buzo y comenzó a tirar de él, intentando alejarlo de algo que si veía lo perseguiría por el resto de su vida.

— ¡No veas, no veas, Kit! ¡Vamos!

Kit seguía paralizado, nunca había visto nada igual.

— ¡Damons!

El miedo se apoderó tanto de su cuerpo que explotó y comenzó a seguir a Eddie hasta la orilla con rapidez, fue imposible no oír los gritos de Jason y los huesos rompiéndose. Kit casi vomita.

En la orilla a Eddie le comenzó a faltar el aire, estaba entrando en un ataque de pánico. — Otra vez no... otra vez no...

Kit se arrodilló al frente suyo y lo abrazó, aún impactado por lo que acababa de ver.

— Estamos bien, Eddie, estamos bien. Nos salvaste. Me salvaste.

Él comenzó a llorar completamente asustado contra Kit, abrazándolo con fuerza, pues los recuerdos de Chrissy habían aparecido en su mente.

— Todo está bien, estamos bien porque nos salvaste ¿me oíste? Nos salvaste, Eddie.

Brindándole caricias en el cabello logró que dejara de temblar descontroladamente y que su llanto se calmara, pero aún abrazándolo con fuerza, temiendo que al separarse su pequeño se le fuera arrebatado. Aunque en ese momento, Eddie agradecía muchísimo que Kit estuviera junto a él. Pero se sentía egoísta.

— Lo siento. — susurró contra su piel.

— ¿Por qué?

Eddie se separó de él para mirarlo a los ojos mientras las lágrimas volvían a acumularse en los suyos. — Estás aquí por mí y estás pasando por cosas horribles, Kit. Lo siento mucho.

Él negó, acunando su rostro con sus manos. — No. ¿Es en serio? Me acabas de salvar y ayer me diste el mejor día de toda mi vida, sé que es difícil, pero no te culpes por cosas que no son. Y por nada del mundo te dejaría solo en esto.

— Pero... la policía cree que es cómplice porque me viniste a buscar.

Kit acarició sus mejillas con una mirada apenada. — Eso no es así. Jason nos vio a punto de besarnos, y estoy más que seguro que lo usó en nuestra contra para perjudicarnos. Eso iba a pasar de una manera u otra, probablemente me hubieran arrestado injustamente si no hubiera decidido buscarte. No podía estar ahí sin saber si estabas bien.

Eddie dejó caer unas lágrimas que Kit limpió y luego le dio otro abrazo, para luego pararse y ayudarlo a que se parase. — Hay que escondernos.

El más alto respiró hondo y trató de recordar un lugar donde esconderse, mientras el menor lo miraba con atención y un poco de desesperación, a pesar de haber estado un tiempo en el pueblo no se le ocurría un sitio donde ponerse a salvo, pero a Eddie sí. Miró a Kit con los ojos iluminados. — Yo sé dónde, vamos.

Kit sonrió y tomó su mano antes de correr adentrándose al bosque.

A este punto, estaba seguro de que lo seguiría hasta el fin del mundo.

i wanna be yours | eddie munson x male ocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora