Capítulo 1: El Fin del Invierno

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15 de Marzo del 2020 5:35 am, Ciudad de México.

En la vida de Aysel Ferrara Ávila.

La madrugada transcurría tranquila en la privacidad de la oscuridad de aquella habitación donde el humo y olor a tabaco era bastante perceptible. Dos mujeres compartían el espacio, una de ellas sentada en el sofá cercano a la ventana fumando y la otra recostada sobre la cama, tapada por las sábanas blancas que cubrían su desnudez. Los rizos negros, piel morena y rasgos femeninos de la mujer sobre la cama, eran visibles gracias a la luz que entraba por la ventana. De igual manera, su amante podía ver con claridad las marcas que ella misma había dejado sobre su cuerpo horas antes.

Alejandra, la chica durmiente sobre la cama, se removió con cansancio, abriendo a la vez sus ojos lentamente buscando con ellos a Aysel, quien simplemente la miraba desde el sofá individual cercano a la ventana sin dejar de fumar. Aysel también era iluminada tenuemente, dejando a la vista su piel bronceada, su cabello castaño oscuro, lacio, corto y desordenado. A diferencia de Alejandra, Aysel se había tomado el tiempo de vestirse para cubrir la desnudez en la que ella también se encontraba antes de que su amante despertara de su sueño, una acción que hizo por las viejas inseguridades con las que todavía lidiaba.

Alejandra se cubrió con una sábana y se levantó en dirección a Aysel que no paró de observarla en todo el rato. Cuando estuvo más cerca, pudo observar definidamente los rasgos de Aysel, su mandíbula marcada, rasgos finos, cejas medianamente tupidas, labios un poco gruesos y ojos color avellana. El porte de la mujer frente a ella no era ni siquiera comparable con cualquier otra persona que conociera. Ella poseía piernas largas medianamente tonificadas, hombros regularmente anchos y curvas no muy pronunciadas. En pocas palabras, era considerablemente hermosa.

La camisa de color blanco que portaba, estaba abierta dejando ver su pecho, parte de sus senos y el comienzo del tatuaje ubicado en su costilla derecha. La prenda era complemento de sus jeans negros usuales en su guardarropa. Alejandra estaba muy atraída por ella, por el encanto elegante y aspecto dominante que poseía. Aysel era su común y buena amante que convertía sus noches pacíficas en sesiones de orgasmos continuos que terminaban con la energía y el frenesí de ambas. Pero tenía un defecto, uno que a los ojos de Alejandra parecía estúpido y molesto.

—Deberías de descansar más —sugirió susurrando—. Ha sido una larga noche.

—Tú duerme, yo no estoy cansada —respondió tranquila, poniendo el cigarro en sus labios después de hablar.

—Me ha quedado muy claro que no estás cansada —habló con picardía sentándose en sus piernas—. Pero insisto en que deberías dormir.

Pasó una de sus manos por el cuello de Aysel prosiguiendo a tocar su piel debajo de la camisa, siguió con el recorrido de sus caricias por su pecho hasta llegar a su clavícula izquierda donde se encontraba otro de sus tatuajes.

—Me gustan mucho tus tatuajes —comentó.

—¿Por qué? —interrogó Aysel.

—Porque se ven muy bien en ti, como si estuviesen destinados a estar ahí —dijo acariciándolos y observándolos con atención.

Alejandra intentó seducir a Aysel con el tono de su voz y sus caricias en el pelo de su nuca, que sabía que le provocaban escalofríos en todo el cuerpo, sin embargo, la reacción que obtuvo no fue la esperada. Ella ni siquiera se inmutó por sus atenciones.

—Basta de momentos cursis —declaró por sí misma rompiendo con la atmosfera que ambas crearon—. ¿Vas a decirme ahora que soy tu mejor amante, Ferrara?

La nombrada rio, terminó su cigarro y lo dejó sobre el cenicero ubicado en el suelo para sostener con ambas manos la cintura de Alejandra, aproximándola más hacia su cuerpo. Con una caricia delicada, quitó algunos rizos que cubrían el rostro de su amante y la miró a los ojos con una sonrisa, dejando de lado su aparente apatía de momentos antes.

SOUFFRANCE | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora