Capítulo 12: Lluvías de Claridad

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29 de Junio de 2020 2:26 pm, Ciudad de México.

Aysel Ferrara Ávila.

Ferrara permanecía en silencio escuchando a los abogados, Torres estaba a su lado derecho de la mesa al igual que su asistente García. Daniel percibía las miradas severas de Aysel de vez en cuando, pero temía ver en su dirección. La asesora estaba notablemente molesta con él y tenía completamente el derecho de estarlo.

—El incumplimiento del contrato causó que la empresa no percibiera ingresos. Tendremos que pagar una indemnización que cubra los ingresos que no fueron percibidos —declaró la abogada.

—¿No hay otra forma de arreglar esto? —preguntó Aysel.

—Me temo que no, señorita Ferrara —contestó el otro abogado—. En los casos de incumplimiento de contrato se disponen de dos opciones, la primera de ellas es que el contrato se cumpla obligatoriamente y la segunda es la rescisión de este.

—Desgraciadamente, pidieron la rescisión —comentó la abogada principal—. Lo único que podemos hacer es pagar la indemnización.

Aysel colocó sus codos sobre la alargada mesa, entrelazó sus manos y suspiró profundamente.

—¿Cuánto dinero es de la indemnización? —interrogó Ferrara.

—Considerando que son los ingresos que no se percibieron desde el daño. Aproximadamente nueve millones o 10 millones de pesos —contestó.

Daniel se atrevió a observar directamente a Aysel, la mirada que ella le dio no le agradó en lo absoluto. Torres se sintió incómodo. García observaba a su jefa y a sus reacciones temiendo que explotara en contra de Daniel.

—Considerando nuestra capacidad financiera podemos cubrir por completo la indemnización si no excede una cifra mayor a doce millones —comentó Ferrara—. Pagaremos la indemnización, esa será la resolución.

Los abogados asintieron al igual que Daniel. García esperó las órdenes de la directora, pero tardaron un momento en llegar debido a que les hizo un par de preguntas más a los abogados.

—García, acompáñalos a la salida, por favor —le indicó a su asistente—. Envíenme el recibo de sus honorarios cuando terminen.

Los abogados aceptaron y salieron de la sala de juntas guiados por la asistente de Aysel. Torres y Ferrara se quedaron en la sala de juntas a solas hasta que todos salieron, Daniel estaba por levantarse e irse, pero la mano de Aysel sobre su hombro lo detuvo.

—No te vayas, tengo que hablar contigo —dijo.

—¿Qué sucede? —preguntó Daniel.

—No puedo permitir que tus acciones individuales afecten a la consultora —declaró Aysel.

—¿Vas a despedirme? —cuestionó temeroso—. Si es por el dinero lo repondré con trabajo y mejores contratos en el futuro.

—No es solo por eso, Daniel. ¿No entiendes lo que hiciste? No solo tenemos que pagar por los daños, también dañaste la reputación de la consultora, de todos los que trabajamos aquí. Esto puede afectarnos seriamente a la hora de conseguir nuevos clientes.

—Aysel, yo sé que cometí un error grave, pero no volverá a pasar. Seré más cuidadoso esta vez —dijo Torres.

—Daniel, es la segunda vez que pasa algo como esto. La primera ocasión no fue tan grave, pero eso no quita el hecho de que estoy seriamente preocupada. No quiero que se repita —habló Ferrara en un tono frío—. Verificaré todos tus proyectos 72 horas antes de las revisiones y entregas. Así me aseguraré de que no cometas un error como este otra vez.

SOUFFRANCE | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora