Capítulo 35: Anhelos Venideros

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07 de Enero de 2021 10:18 am, Ciudad de México.

Aysel Ferrara Ávila.

Un pequeño momento antes de iniciar con su trabajo, no le cayó mal a ninguna de las dos a pesar de que habían pasado la noche juntas. A pesar de que Aysel no vestía como normalmente lo hacía, se sentía cómoda usando la ropa que Lilith le prestó y que poseía el característico olor de Romanov que ahora estaba impregnado en todo su cuerpo. La chamarra tipo universitaria de color crema y rojo le quedaba bien con los pantalones holgados de color blanco y la camisa amplia de color blanco. Era una buena y cómoda combinación que Lilith observó bastante.

Ferrara estaba perdida en el rostro sereno de su pareja, en la sonrisa que sus labios formaban y la manera en que sus ojos se expresaban sin cohibirse. El tatuaje que cruzaba su rostro horizontalmente hacía resaltar sus ojos con esa mirada coqueta y divertida en la que podía reflejarse a ella misma. Lilith era bonita desde todos los ángulos, siempre tan atractiva que no era raro que robara miradas a dónde fuera, pero Romanov solo la miraba a ella de esa forma cariñosa.

Lilith le provocaba múltiples sentimientos que Aysel trataba de definir en palabras sobre la servilleta de la cafetería en la que escribía con su bolígrafo de tinta negra observando por ratos a su novia para encontrar otro detalle que destacar en el poema. Cuando terminó, lo deslizó por la mesa en su dirección, satisfaciendo a su mirada curiosa que se preguntaba qué era lo que había pasado escribiendo durante ese tiempo.

La expresión sería que había compartido durante los últimos minutos, poco a poco se desvaneció dándole paso a un rostro iluminado mientras su vista recorría cada línea escrita. Al terminar de leer, Romanov observó a Aysel expectante.

—Mejoraste desde la última vez que me escribiste uno —dijo Lilith tomando su mano.

—Y eso que no has visto los que te escribí cuando no estabas conmigo —contestó—. Sirvieron de práctica.

—¿Tanto me extrañaste, Ferrara? —preguntó Lilith alzando una ceja.

—Más de lo que tú crees —habló Aysel—. Tuve que mantener mi mente ocupada para no pensar en ti, pero de alguna forma siempre terminaba haciéndolo. Por eso estudié dos maestrías más.

—Definitivamente, te gusta torturarte —comentó Lilith—. Eso explica por qué fue más fácil para ti convertirte en la directora de una empresa.

—En realidad, uno de los estudios que hice no tiene nada que ver con mi carrera ni con los negocios —habló Aysel.

—¿Entonces? ¿Qué estudiaste?

—Enseñanza de Historia de México —Ferrara dio una respuesta—. Siempre he amado la historia e impartirla ha sido mi sueño, independientemente de que toda mi vida laboral se haya basado en administración, finanzas y negocios. Tal vez, me gustaría dedicarme a eso ahora que tengo más tiempo libre.

Lilith sonrió. Le gustaba escucharla hablar de sus sueños.

—Si lo haces tus alumnos van a ser muy suertudos —habló Romanov—. Yo hubiera querido tener una maestra tan guapa como tú. Tu clase sería mi favorita.

—Dudo que te hubieras podido concentrar —contestó Aysel.

—Podemos intentar. ¿Das lecciones privadas? —Lilith le guiñó el ojo—. Advierto que me gustan los castigos.

El libido de Ferrara subió en cuestión de segundos, pero trató de calmarse al recordar que estaban en un lugar público. Se recargó sobre la mesa para acercarse a Lilith y acariciar su rostro, pasando su pulgar por sus labios suaves y apetecibles.

SOUFFRANCE | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora