Capítulo 13: Conflictos

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07 de Julio de 2020 7:23 am, Ciudad de México.

Aysel Ferrara Ávila.

Terminó su desayuno rápidamente y se dio una ducha antes de acomodar sus cosas dentro de su maleta para ir a entrenar como todos los días. Recorrió todo el departamento buscando su celular al no poder recordar donde lo dejó la noche anterior. El timbre de la puerta de su departamento interrumpió su búsqueda obligándola a bajar las escaleras para ver de quién se trataba.

Cuando giró la manija de la puerta, una chica de tez morena, pelo rizado y ojos oscuros, estaba frente a ella cabizbaja. La presencia de Bernal la extrañó puesto a que su última interacción fue caótica, sin embargo, no reaccionó de una mala manera al verla en la entrada.

—Vengo a hablar contigo —dijo Alejandra seria—. ¿Tienes tiempo?

Aysel miró el reloj en su muñeca, disponía de algunos minutos, podía llegar a tiempo si la conversación no se extendía más de lo necesario. Ferrara se apartó para permitirle el paso.

—Adelante —dijo.

Alejandra avanzó hasta la comodidad de la sala del departamento y tomó asiento en el sofá. Aysel la imitó sentándose al otro lado, a una distancia considerable de ella.

—¿De qué quieres hablar? —fue directo al grano.

—De lo que pasó la última vez entre tú y yo —habló Bernal—. Quiero pedirte una disculpa, decirte sobre mis sentimientos, fue un error mío y lamento que te hayan causado molestias.

—Los sentimientos no son un error —dijo Aysel —. No te disculpes por sentir.

Alejandra la miró directamente a los ojos con el objetivo de descifrar sus sentimientos, pero no lo logró. Ferrara permaneció inexpresiva y expectante a sus palabras.

—Quisiera pedirte que olvidemos lo que pasó y volvamos a retomar nuestro acuerdo —concluyó Bernal.

—Eso no es posible —se negó.

—¿Por qué?

—Porque no quiero lastimarte y tampoco quiero ilusionarte de otras maneras. Lo mejor es que nos mantengamos como amigas —contestó Aysel.

—Entonces... ¿Encontraste a alguien más? —cuestionó sintiendo el dolor de esa pregunta atorado en su garganta.

Ferrara escuchó con atención su pregunta. Bernal dejó salir aquellas palabras de sus labios como una silenciosa súplica por una negativa, una negación a lo que inevitablemente algún día pasaría. El aroma a café seguía impregnado en el ambiente y el calor del hogar fue reemplazado por escalofríos de incomodidad.

—Alejandra, esto lo hago por mí misma. Quiero una vida más estable, ya no quiero lidiar con estos altibajos entre tú y yo —respondió Aysel.

—¿Eso es un sí? —sus ojos reflejaron el pesar de sus emociones heridas.

—No dije que fuera una afirmación —aclaró Ferrara—. Te quiero y aprecio, pero no como mi amante, más bien, como mi amiga.

Alejandra apartó su vista, su rostro, a pesar de tener una expresión seria, se delataba por sí mismo. Aquella aura de conquista y certeza desapareció el día en que supo que sus sentimientos no eran correspondidos.

—¿Es todo lo que ofreces? —preguntó en un tono bajo—. ¿Tu amistad?

—Es todo lo que puedo darte —respondió Aysel.

Bernal observó cada centímetro del rostro de la asesora. Las dudas no afloraban en sus ojos, su cuerpo no reaccionaba a ese impulso de acercarse a ella y mucho menos se notaba su vulnerable existencia detrás de esa fachada de seguridad y fuerza.

SOUFFRANCE | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora