Capítulo 9: Peligros Frescos

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26 de Mayo de 2020 1:30 pm, Ciudad de México.

Lilith Romanov Verro.

La información estaba distribuida en las distintas carpetas clasificadas en la mesa bajo la luz brillante de la lámpara. El equipo de reconocimiento se hacía cargo de ajustar los últimos detalles y revisar los horarios correspondientes para cada fase de la operación. La precisión y la habilidad eran primordiales para asegurar un éxito en la misión.

—¿Y bien? —dijo Aysel entrando al cuarto—. ¿Luzco como un oficial de las fuerzas armadas?

Lilith la miró fijamente para analizar su vestimenta de gala. El atuendo estaba confeccionado con cuello tipo mao empleado para su uso en eventos sociales dentro y fuera de instalaciones militares. La guerrera que portaba Aysel era de color marfil, sin botonaduras en la parte trasera, sin fajilla y con siete botones en la parte delantera. Del mismo modo, poseía los escudos bordados en el cuello, palas de gala, escudo bordado del plantel de formación militar en la manga izquierda y las alas correspondientes.

El uniforme también estaba conformado por un pantalón negro con una franja de color, una camisa blanca con cuello tipo mao, un cinturón negro y zapatos del mismo color.

—Luces bien, disimulas ser un teniente —la animó Lilith—. ¿Dónde dejaste tu gorra de gala con la escarapela e insignia del grado?

—¿Por qué tengo que hacer esto yo y no tú? —preguntó Ferrara comenzando a buscar su gorra.

—Porque tú no tienes tatuajes en lugares visibles con el uso del uniforme —respondió Lilith con los brazos cruzados—. Y yo... ya sabes.

—Okay, lo entiendo. Pero sería mejor si alguien con más experiencia hiciera esto.

—¿Miedo, Ferrara? —Romanov la retó con la mirada.

—Luces muy tranquila como si no estuviéramos en una misión encubierta en un evento de la Secretaria de Defensa Nacional.

—Tú vas a estar en el evento cerca del secretario para negociar y yo me encargaré de la parte difícil —explicó Lilith.

—¿Y eso es...?

—Recoger las armas que nos confiscaron cuando tú logres el trato y también de protegerte —habló Romanov confiada—. Afortunadamente, el secretario está más interesado en llenar sus bolsillos de dinero que en las armas, esta misión es fácil.

Aysel asintió dándole la razón, aunque seguía pensando en los posibles riesgos mientras sostenía la gorra de gala en sus manos.

—¿Estás segura de que se tragarán la mentira de que soy teniente? —interrogó Aysel.

—Sí. Te ves... Decente —la observó detenidamente—. Bastante creíble.

.

Se trasladaron a una casa de campo en los límites de la ciudad para llevar a cabo el trato acordado anteriormente. Dicha negociación tendría lugar en un evento organizado por el mismo secretario por su cumpleaños, en el cual estarían invitados importantes como miembros del ejército y algunos políticos.

Aysel se adentró en el jardín de la casa junto con otros oficiales que lucían orgullosos con sus uniformes impecables. El pasto estaba recién cortado y se veía fresco junto a los árboles altos que abundaban armónicamente plantados por el espacio para permitir la privacidad de los ocupantes de la residencia, bloqueando la vista al exterior. Las mesas circulares con 8 lugares cada una estaban distribuidas un poco lejos unas de otras para evitar la obstrucción del paso entre las mesas.

Ferrara podía comunicarse con Romanov a través de un pequeño micrófono oculto bajo su ropa y un audífono diminuto en su oído. Lilith la observó a lo lejos desde la azotea de la residencia, vigilando cada una de sus acciones.

SOUFFRANCE | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora