Capítulo 11: Cálidas Esperanzas

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19 de Junio de 2020 2:56 pm, Ciudad de México.

Aysel Ferrara Ávila.

Se sentó pacientemente a las afueras del cuarto de paredes gruesas iluminado de manera tenue donde Lilith solía interrogar a las personas que capturaba. Ferrara fumaba un cigarro esperando a que Romanov saliera, sin embargo, ella tardó un buen rato en su dura labor de hacer confesar al tipo. Si bien, había muchos integrantes que hacían interrogatorios, ella se destacaba por su capacidad de persuasión e intimidación.

Aysel dobló la servilleta de papel sobre sus muslos, apreciando cada detalle de esta con el cigarrillo encendido entre su dedo medio y el índice de su mano derecha. La puerta se abrió segundos después, Lilith salió caminando lentamente debido a la herida de su pierna. Sus nudillos estaban sucios de sangre que probablemente no era suya, Ferrara le ofreció la servilleta para que se limpiara y ella la aceptó.

—Pensé que entrarías para ver lo que decía —comentó Lilith.

—Siempre es interesante ver como le rompes la cara a alguien, pero esta vez preferí no hacerlo —contestó levantándose de su asiento para dirigirse juntas a la salida.

—Te ahorraste una hora y media de silencio por parte del chico con tal de proteger a su jefe —habló—. Finalmente, cedió y abrió la boca cuando lo amenacé con hacerlo sufrir hasta en el infierno.

—¿Qué te dijo? —preguntó Aysel caminando hombro a hombro.

—Ellos sobornaron a nuestro informante, nos traicionó. La emboscada fue planeada después de que el informante le dijera que íbamos a ir por él —explicó Lilith con una expresión molesta.

—Maldición —se quejó Aysel—. ¿Te dijo algo más?

—Sí. La ubicación del escondite de su jefe. Enviaré veinte elementos armados hasta los dientes para que lo capturen vivo, si es posible.

—¿Qué harás con el informante?

—Los errores se castigan con la ruina, la traición con la muerte —contestó—. Velazco lo querrá muerto a primera hora mañana, así que lo buscaré después de la reunión de hoy. Vámonos.

.

Ferrara tomó un minuto en el baño vacío del edificio para lavarse la cara y respirar profundamente, intentando calmar la presión que sentía. Estaba nerviosa y preocupada por la reacción de Velazco al saber todo lo que había pasado, por lo que temía por su bienestar al desatar la furia de la mujer despiadada de mediana edad.

—Sal ya —dijo Lilith desde afuera tocando la puerta.

—Voy.

Se quitó el saco de traje sastre color gris oscuro antes de salir, lo puso sobre su antebrazo y acompañó a Lilith a la oficina de Victoria Velazco. Abrió la puerta, le permitió el paso a su compañera y después entró ella. Velazco la miró directamente y le indicó que se sentaran en el par de sillas disponibles frente a su escritorio.

Aysel sintió un nudo en su garganta del cual quería deshacerse para hablar cuando Velazco se lo pidió. Recobró el valor necesario para explicar a grandes rasgos los dos últimos fracasos y las bajas en las operaciones recientes. Lilith la apoyó sustentando los detalles de manera en que Victoria quedó bien informada.

—Su desempeño es cuestionable, señorita Ferrara —dijo en un tono serio e inexpresiva—. ¿Debo recordarle los riesgos a los que se enfrenta si pone en peligro a toda la organización?

—No, señora —respondió con la mirada baja.

—Lilith —Velazco se dirigió a Romanov—. ¿Cómo consideras el desempeño de Ferrara en su trabajo?

SOUFFRANCE | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora