Capítulo 27: Ansias Egoístas

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25 de Noviembre de 2020 2:08 pm, Ciudad de México.

Carina Robbins.

Aysel terminó su segundo cigarro y colocó la colilla en el cenicero después de haber contado detalle a detalle todo lo que sucedió en Japón y todo lo que vio cuando visitó a Morel para terminar su relación con ella. Robbins no sabía si en su expresión había alivio o tal vez un poco del dolor de un ego herido, sin embargo, antes de que pudiera descifrar su expresión, Ferrara se recargó sobre el respaldo del sofá y cerró sus ojos un momento cubriendo estos con su brazo.

—¿Lograste hablar con Elena? —cuestionó Robbins.

—No contesta mis llamadas, mucho menos mis mensajes y al parecer no está en su casa. Lo sé porque dejé el reloj que me dio y el collar a juego que tenía con ella en una caja frente a su puerta —contestó Aysel—. Ni siquiera me sorprende que actúe así.

—¿Realmente te sientes aliviada de que hubiera una razón para terminar con ella, verdad? —habló Carina.

Aysel descubrió sus ojos y miró a su amiga.

—Hay más de una razón. No solamente es lo que hizo ella o lo que hice yo, es lo que siempre supe, pero ignoré todo este tiempo —contestó.

—¿Y eso es...?

—Que me dejé influenciar por otros, me convencí de que podía tener sentimientos por ella tan solo porque los demás lo creyeron así —explicó—. Esto no solo fue desconsiderado con ella porque comprometí sus sentimientos, también fue malo para mí misma, porque pude haber evitado muchos conflictos y no haber reprimido muchos deseos.

Robbins lo comprendió. Aysel estaba cansada de intentar y fallar, de ser ella la que tenía que reconciliarse y disculparse, incluso cuando su responsabilidad era mínima. Ferrara sabía aceptar sus errores, aunque tardara en darse cuenta de ellos.

—¿Has sentido como que algo está destinado a fallar sin importar cuántas veces lo intentes? —cuestionó Ferrara viendo al techo.

—Sí —afirmó Robbins recordando su compromiso.

—Es tan malditamente frustrante sentirse atado, no poder correr hacia lo que quieres y estar con quien quieres —siguió hablando—. No quiero eso para mí.

—Yo tampoco... —esas palabras salieron de los labios de Carina sin que pudiera ser completamente consciente de ellas, ya que lo dijo por sí misma y no por la situación de su amiga.

—No le quiero hacer más daño a Elena y también quiero dejar de mentirme a mí misma —dijo Aysel—. Por eso dejé una carta en su departamento para terminar nuestra relación y reunirnos para platicar otro día, no me siento preparada para hablar con ella todavía.

Carina soltó un suspiro, relajó la tensión que contenía y tomó un pequeño respiro antes de volver a hablar.

—¿Volviste a enamorarte de Lilith? —se atrevió a preguntar.

Ferrara tomó su tiempo para responder juntando el valor necesario para dar una respuesta.

—La verdad es que nunca dejé de estarlo —dijo con seguridad—. Incluso si yo intentaba convencerme de que no, hay cosas que no se podían ocultar.

Dentro de esos ojos cansados y frustrados había una pequeña chispa, tal vez un recuerdo del pasado que seguía encendido en el presente o incluso una nueva llama que nacía de los restos de la anterior. Aysel sabía lo que quería, pero ahora no estaba del todo segura de que iba a ser correspondida, sin embargo, independientemente del resultado, no perdería su oportunidad de acercarse una vez más.

SOUFFRANCE | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora