Capítulo 20: Solsticio de Arrepentimientos

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16 de Septiembre de 2020 11:40 am, Ciudad de México.

Carina Robbins.

Sus ojos tenían el pesar del cansancio y la cruda le estaba cobrando a su cuerpo toda la diversión del día anterior. La única persona que gozaba de no enfrentar los efectos del alcohol de la noche pasada, era la madre de Aysel, quien tenía genuina curiosidad por saber lo que pasó anoche, aunque nadie se lo dijera directamente. Ferrara se sentó a su lado en el sillón visiblemente frustrada después de pasar más de media hora escribiendo mensajes y llamando a un número que no le respondía.

Robbins comenzó a rememorar lo sucedido cronológicamente el día anterior. Sus ojos se abrieron con sorpresa después de recordar el beso con Dmitry, el rubio que no paraba de mirarla mientras ponía los platos en la mesa, miró a Aysel desconcertada buscando confirmar lo que recordaba.

—Dime por favor que no hice lo que recuerdo anoche —habló rápido y en voz baja para que nadie las escuchara.

Aysel la miró desconcertada, no sabía de lo que estaba hablando.

—¿Podrías ser un poco más específica? —preguntó Aysel—. Hiciste muchas cosas anoche.

—Besé a Dmitry —dijo sin rodeos la pelirroja.

—-Ah, sí —confirmó Aysel con una sonrisa—. Eso no lo vi venir de ti después de todo lo que dijiste que pensabas de él.

—Fue un beso de peda, Aysel —la interrumpió Carina.

La chica se quedó confundida borrando la sonrisa de su rostro y frunciendo el ceño extrañada.

—No tiene por qué significar nada —dijo Carina convenciéndose a sí misma.

Ferrara suspiró, acomodó su pelo para atrás y se recargó sobre el respaldo del sillón.

—Bueno, si lo crees así, está bien —dijo Aysel—. Pero no descartes la idea, ¿Vale?

Robbins asintió agradeciendo que Ferrara no indagara más allá y solo aceptara su respuesta. El ambiente cambió cuando apareció Lilith usando la camisa que Aysel usó el día anterior mientras dejaba algunos complementos para el pozole.

—Uy, ¿Y eso? —habló Carina refiriéndose a Lilith.

—No es lo que piensas —dijo Ferrara—. No pasó nada entre nosotros.

—Ahora que lo recuerdo, ¿Por qué Elena se fue? —cuestionó la pelirroja con curiosidad.

—Por la misma razón por la que no me responde los mensajes ni las llamadas —dijo Aysel—. Discutí con ella antes de que se fuera.

—Déjame adivinar, por lo de Lilith —habló Carina.

—Sí —confirmó Ferrara—. ¿Cómo sabes?

—Fue demasiado obvio desde el principio. Y lo fue mucho más ayer porque cuando te emborrachas, dejas de cuidar tu comportamiento y se vuelve más impulsivo —habló Carina—. Esta vez estoy del lado de Elena, sí te pasaste de la raya.

Aysel cubrió su cara con cansancio, sintiéndose culpable de sus descuidos e impulsos de la noche anterior.

—¿De verdad te gusta Elena? —preguntó Robbins—. Lo pregunto porque te veo actuando cariñosa con ella, considerada como siempre, pero no percibo en lo absoluto esa atracción o chispa que lleve tus ojos a ella, incluso si no es voluntario.

—Elena es mi novia, Carina —dijo Aysel.

—Eso no significa que sientes amor por ella.

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SOUFFRANCE | Primer LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora