23 de Diciembre de 2020 4:14 pm, Ciudad de México.
Ana María Ávila.
Las decoraciones navideñas cambiaban el aspecto de la casa junto con las múltiples macetas de nochebuenas distribuidas por todo el jardín. Los fríos de diciembre habían traído consigo la calidez del afecto de las personas que más quería, desde sus hijos, hasta las parejas y los amigos de sus hijos que ya se sentían como parte de su familia. Al comienzo del año pensó que su familia se acortaría y que pasaría el resto de su vida junto a su esposo, sin embargo, las cosas habían cambiado en su vida. Ahora estaba en un proceso de divorcio y su casa comenzaba a sentirse pequeña por todas las personas que recibía.
Los años pasaban y no perdonaban ni un momento para seguir avanzando sin tomar en cuenta desamores y preocupaciones. Los rostros de los dos pequeños que corrían por la casa haciendo travesuras para hacer enojar a su padre, ahora eran esos dos rostros adultos que tenían preocupaciones y una vida hecha por su parte. Podía jurar que aún escuchaba las risas de Marco y Aysel jugando o incluso compitiendo entre sí.
Su nueva realidad era diferente a lo que fue durante décadas y, con honestidad podía asegurar que la prefería, principalmente porque veía a Aysel y Marco felices con las personas que se ganaron su cariño también y que comenzaban a visitarla frecuentemente. Su nuera y su yerno poco a poco se acercaban a ella de manera fraternal permitiéndole ser parte de sus vidas.
—¿Dónde pongo esto? —preguntó Julio cargando todas las bolsas con los ingredientes que le pidieron traer.
San Agustín se veía completamente comprometido con ayudar en todo lo que pudiera y eso era algo que Ana María apreciaba bastante pues, necesitaba bastante ayuda para la cena de ese año, ya que pensaban recibir a más personas de las que habían recibido en todos esos años festejando.
A pesar de que Dmitry y Carina no podían asistir por estar en Rusia, a su lista de invitados se agregaron cuatro personas más que Aysel presentó como sus compañeros y amigos, que estaban felices de conocerla después de que Ferrara les hablara maravillas de ella. Así fue como terminó con todo un equipo de élite ayudándole a decorar la fachada con luces de colores y algunos otros adornos alusivos a la temporada.
Por otro lado, tenía a una mujer de negocios junto a una asesina profesional poniendo el árbol de navidad mientras evaluaban la mejor distribución de esferas para que se viera uniforme a pesar de que la colocación fuera completamente aleatoria.
Las cosas habían cambiado, pero lo hicieron para bien porque podía gozar del cariño y de la compañía de las personas que se preocupaban por ella sin importar que tan ocupados estuvieran. La ausencia de Leonardo se volvió insignificante con el paso de cada minuto liberando su mente de los pensamientos intrusivos que no le beneficiaban en lo absoluto.
—¿Te gusta como está quedando? —Aysel se dirigió a su madre al terminar de poner el árbol.
—Sí —admiró por completo los adornos por todo el árbol y por varias partes de la casa—. Les está quedando bien. Que bueno que Lilith es alta, así puede poner con mucha más facilidad los adornos de la parte superior. Tener una nuera alta tiene sus ventajas.
Lilith volteó a verlas cuando escuchó que estaban hablando de ella. Pero en lugar de mirarlas de mala manera, en sus labios se dibujó una media sonrisa.
—Ella es una ventaja, mamá —habló Aysel admirando a la mujer de sus sueños frente a sus ojos—. Y yo soy privilegiada de tenerla en mi vida.
Ana María observó a su hija completamente pérdida observando a Romanov.
—Algo me dice que tendré que buscar un atuendo para ir a una boda el próximo año —dijo a manera de juego, pero Aysel no se lo tomó así.
—Y yo tengo que comenzar a pensar en un anillo —dijo de manera seria.
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SOUFFRANCE | Primer Libro
General FictionAysel Ferrara Ávila es una asesora mexicana cuya vida está afectada por dos cosas, la primera de ellas, un trauma que dificulta su manera de relacionarse con otras personas, y la segunda, una vida criminal la cual debe de mantener oculta por el bien...