Capítulo trece

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[...]

Jugando bien, nunca se pierde

[...]

Un puñado de caras desencajadas, sollozos leves , conmocionados, un pequeño charco escarlata en el suelo y una angustia espeluznante, fue lo único que dejó Louis al abandonar aquella sala con Brandon a rastras.

Las dos enfermeras, que se encontraban aún contra la pared, no podían parar de llorar. Sus miradas estaban perdidas, fuera de órbita, sus globos oculares casi saliendo de las cuencas, mientras que sus manos temblorosas intentaban ocultar aquellos gimoteos conmocionados que escapaban de sus labios. No podían parar de mirar aquel charco de sangre en el suelo y no pensar en el desafortunado futuro de su compañero.

Harry también miraba aquel charco, intentando analizarlo todo. Simplemente llegar a comprenderlo, no sabía bien que sentía, no sabía muy bien que debía sentir.
Solo intentar descifrar si sentía compasión por aquel muchacho, ya que algo rascaba su pecho, pero no sabía bien cómo definirlo, o más bien si llegaba a tener miedo, miedo a Louis.

Todo aquello que le estaba pasando no era real, no podía serlo. Su cerebro intentaba no sobreanalizarlo todo demasiado, sino acabaría volviéndose loco antes de lo debido.

Harry se hubiera reído en la cara de alguien, si le hubieran llegado a decir en algún momento que volvería a sentir un miedo tan atroz como el que sentía hace aproximadamente doce o trece años atrás, cuando tan solo era un niño y todo era demasiado para él. Cuando sentía que cualquiera podía hacerle daño, cuando se sentía débil y frágil a cada segundo, cuando sentía como cualquier persona podía ser superior a él, cuando era capaz de mearse encima del miedo por una simple mirada, un grito o un movimiento brusco.
¿Pero en que momento iba a pensar que una persona como Louis llegaría a su vida de aquella forma tan inesperadamente siniestra y con él traería de nuevo todo aquello que creyó una vez finalizado?, ¿Cómo podría llegar a imaginar volver a tener miedo por una dictadura tan terrorífica como a la que se enfrentaba de nuevo?.

Pero, ¿era realmente miedo lo que sentía?, ¿o solo repulsión?, o... ¿ambas?.

Una leve voz retumbó en su cabeza, pero Harry estaba demasiado sumergido en si mismo como para prestar atención a lo que pasaba allá fuera.

No era su culpa no poder quitarse de la cabeza ese sonido de los nudillos de Louis estrellándose contra la cara de aquel hombre y luego ese guiño color azul tan furtivo, como si realmente no acabara de cometer una atrocidad semejante. Ni esa sonrisa siniestra que se clavó hasta al fondo de su médula. Ni ese carácter tan peculiar que no le hacía dudar ni un segundo sobre la falsa bodad de Tomlinson.

-¡Chaval!-Despertó de su bucle continuo de incertidumbre al intentar apartar de un golpe la mano que se había agarrado a su hombro y fallando al notar como de nuevo el cinturón de cuero sobre su muñeca le impedía mover el brazo de lugar.
Sus ojos furiosos se centraron únicamente en el rostro de aquella mujer de piel negra y cabellera salvaje que le agarraba el hombro. Aunque esta no sonreía sus facciones mostraban cierto carisma indescriptible.-Lo pensaron bien al atarte. Llegas a golpearme y te juro que no lo cuentas.-Avisó la muchacha con su dedo índice levantado.

Harry le observó con el ceño fruncido, sin decir absolutamente nada.

La muchacha también le miró fijamente, levantando una ceja, como si le juzgara con su mirada-He sacado a toda la gente de la habitación. Tomlinson me ha pedido que te cure y ellas no hacían nada más que llorar y temblar.

¿Tomlinson?, pensó, ¿Louis?-No te molestes. Márchate.-Respondió árido y completamente serio.

La joven le miró y después soltó una leve risa silenciosa. Ya de primeras, Harry no podía tragar su insolencia.-Créeme, si no estuviera obligada a hacerlo me hubiera ido antes de que todo este show hubiera comenzado. Pero sabes, no quiero terminar como mi compañero.

𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora