Capítulo nueve

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[...]

"Sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón" (Jacinto Benavente)

[...]

Harry intentó despegar sus párpados al escuchar un fuerte golpeó metálico.
Las legañas gruesas mantenían sus pestañas pegadas como el velcro de unas zapatillas. No recordaba lo mucho que había llorado la noche anterior.

Se maldijo al despertar en aquella habitación de hospital oscura, ¿Por qué tuvo que hacerlo?.

Tenía la espalda entumecida, la boca seca y pastosa, y la cara acartonada. Notaba el rastro salado de las lágrimas endurecidas sobre sus pómulos.

Odiaba aquel colchón. Al dormir entre troncos y cesped durante tantos años su columna se había amoldado a la rigidez del suelo, y ahora sentía tal contracción en sus músculos que solo necesitaba levantarse de esa cama y caminar sin parar.

Restregó su mejilla contra la tela áspera de la almohada. Tenía el cuello doblado de tal forma, que al girar su cabeza notó una aguda punzada de dolor.

-Buenos días-Un nudo en su graganta se volvió a formar cuando escuchó esa diabólica voz después del ruido metálico, hecho a drede claramente-Has dormido como un bebé. Son las once y media de la mañana.

Suspiró al notar como sus manos y pies seguían atados a la cama.

-Joder...-maldijo en un suspiro ahogado por el cansancio y el dolor de todo su cuerpo. Necesitaba estirarse con urgencia.
Intentó extender su espalda como buenamente pudo y acabó irguiendose sobre sí mismo.
¿Por qué cojones tuvo que despertar?, volvió a preguntarse.

-Te he traído el desayuno. Debes tener hambre.-El de ojos azules caminó despacio hasta la ventana al lado de aquella camilla, subió por completo las persianas. El sol entró abruptamente obligando a que el ojiverde entrecerrara sus ojos por la ruda contracción de sus pupilas

Harry observó el culpable de aquel ruido que interrumpió su sueño y del arma del crimen, una bandeja metálica, lo que se suponía que era su desayuno, sobre una mesa que colocó Louis en las piernas de rizado.

-Ayer caíste rendido. ¿Has dormido bien?-Su tono seguía siendo el de siempre. Algo tenebroso, palabras con mucho más significado que simples golpeos vocálicos.

Cuando el sueño empezó a disiparse, notó el ardor en su hombro. No pudo evitar apretar los dientes y fruncir el ceño.
Llevó la mirada hasta la zona, aunque la herida estaba vendada, aquello no fue lo que más llamó su atención.

-¿Te duele?.

-¿Por qué tengo puesto un camisón?.-Interrumpió de forma escabrosa.

-Por gusto de los enfermeros. Ellos decidieron ponerte el azul, yo creo que era mejor el blanco.-Bromeó-A todos aquí les ha encantado verte el culo, si era eso lo que te preocupaba.

Harry apretujó furioso los reposabrazos donde tenía sus extremidades amarradas. Su cabello cayó como una cascada brava por sus mejillas.

-¿Qué?. Venga, no me mires así-Dijo Louis con esa odiosa sonrisa-No aclaré que hubiera sido específicamente yo quien haya dicho eso.

Harry prefirió mantenerse en silencio. Debía canalizar su odio visceral de alguna manera y si hablaba en ese preciso momento, soltaría un batiburrillo abstracto de palabras y sonidos sin sentido alguno. Probablemente algún insulto se le escaparía.

Louis caminó venerable hasta a camilla. Harry no le quitó la mirada de encima cuando las manos forradas por unos gruesos guantes negros desabrocharon uno de los cierres que se aferraban a las muñecas de Harry.-No pongas esa cara, vamos. Te dejo una mano libre para que desayunes. No hagas ninguna tontería, no me obligues a hacerte el avioncito.-Después colocó una silla al revés frente la cama de Harry. Apoyando sus brazos en la parte del respaldo se sentó mirando frente a frente al más joven. Alentó con un movimiento de barbilla que diera un bocado a su comida.

𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora