Capítulo veinticinco

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[...]

Amo la traición, pero odio al traidor.

Julio César

[...]

Louis aún podía sentir el rastro de los suaves besos de Harry, todos suyos. Con cada inhalación era capaz de visualizar al hermoso chico de cabellos rizados aún gimiendo bajo su cuerpo. El aroma se había quedado impregnado en su piel y ahora un batiburrillo de sábanas era el único resultado que daba el conjunto de ambos siendo solo uno durante aquella madrugada.

No sabía bien lo que le estaba pasando, pero aún se sentía flotar dentro de una nube de éxtasis, de la que no quería bajar.

Podría decirse que hacía mucho tiempo Louis no se sentía así. Con el pecho lleno de... de algo, una sonrisa cruzándole la cara al pensar que Harry estaba compartiendo su misma cama.

La puerta sonó de pronto, en tres golpes secos y apurados. Louis frunció el ceño, restregando su cara en la almohada.

-Largo, estoy ocupado .-Ordenó en una voz somnolienta. Luchando en un limbo entre el sueño y la vigilia.

Pero la puerta se abrió igualmente en un golpe, haciendo que Louis se incorporara de un susto.

Entonces allí estaba Liam, irrumpiendo en la habitación con la cara completamente teñida de un blanco enfermizo, donde cada gota de sudor se podía leer en su frente. Su pecho subía y bajaba ansioso, y su rostro, su rostro no mentía. Liam traía malas noticias.

-Harry se ha escapado-Pronunció el castaño, profanando de la forma más brutal lo que había sido tan solo tranquilidad en un momento dado.

Entonces Louis no lo creyó. Harry estaba ahí, justo a su lado. Estaba bajo sus brazos, y jugaba con los mechones de cabello alborotados entre sus dedos. Hacía nada estaban compartiendo algo más que una de sus otras absurdas peleas. Harry estaba justo ahí...

No, Harry no estaba ahí.

Tan solo le suplían un manojo de tristes sábanas arrugadas que apenas le hacían despertar de su ingenuo cuento de hadas. Harry había escapado. Y en el peor momento. En el momento que más dolía.

...♔♔♔...

Horas antes

Harry sentía la garganta seca y los músculos entumecidos. El dolor de cabeza era insoportable y se convirtió en algo aún peor cuando hizo el intento de abrir los ojos. La luz parecía taladrarle el cerebro a través de su retina. Para colmo, no se acordaba demasiado de lo que pasó la noche anterior y su boca sabía a mierda.

-Me cago en la puta...-Murmuró en un hilo de voz agudo, al que se le habían ido las fuerzas por completo. Llevándose una mano a la frente, masajeó esta intentando aliviar el agudo dolor que aturdía sus ideas. Necesitaba pensar con claridad antes de poder abrir los ojos y arrepentirse de todo lo que pasó ayer.

Y así lo hizo, volvió a abrir los ojos sintiéndose desorientado. ¿De quién cojones era esa cama?

De pronto, la puerta se abrió despacio y Hanna asomó su frondosa cabellera rizada, intentando hacer el menor ruido posible.

𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora