Capítulo veinticuatro

697 56 201
                                    


[...]

《 Todos llevamos nuestra posible perdición pegada a los talones 》

Rosa Montero

[...]

-¡Diez flexiones más, niños!-Ordenó Louis a todo el pelotón que entrenaba en fila.

A Harry le temblaban los brazos por el esfuerzo, no podía aguantar un segundo más su propio peso. Por ende, se dejó caer entre densos jadeos al suelo. Estaba agotado, le dolía el cuerpo y tenía la camiseta empapada por el sudor. Aunque el alba se dejaba asomar entre algunas nubes espesas en la lejanía, aún hacía un frío que petrificaba los músculos. Frío que Harry dejó de sentir cuando Louis decidió que era buena idea matarlos a hacer una serie de ejercicios de alta intensidad.

De pronto vio esas botas desgastadas que se había acostumbrado a presenciar frente a su rostro últimamente. Le maldijo de todas las formas posibles. No quería levantar la mirada, pero aún así lo hizo sabiendo que se encontraría con esos ojos azules burlones que le exigirían de un simple vistazo seguir haciendo flexiones.

-¿Te he dicho que descanses?-Preguntó sereno, en una vocecilla suave y aterradora-Levanta el culo ahora mismo. Caderas arriba y brazos estirados.

-Joder...-Murmuró exhausto.

Aquel hombre se estaba convirtiendo en su peor pesadilla.

Harry volvió a alzarse apoyando el peso de su cuerpo sobre sus brazos. Hizo su mayor esfuerzo para no caer de bruces una vez se había logrado mantenerse arriba.

-¡Vamos!-Palmeó el líder intentando animar en la recta final al pelotón que gimoteaba por el esfuerzo. Louis ya se había alejado de Harry al haber obedecido la orden.

Consiguió hacer una más, apretando todas las facciones de su cara debido al esfuerzo. A la siguiente que volvió a intentar subir, nuevamente temblaron sus brazos. Notaba el sudor gélido en su espalda, que le hacía tiritar de frío cada vez que un corrientazo de aire helado le azotaba. Esas mismas gotas saladas se escurrían de las puntas de su flequillo, o por su frente hasta la comisura de sus labios o por debajo de su barbilla.

-Es un capullo...-Dijo el muchacho a su lado de forma amable entre jadeos, mientras subía y bajaba doblando sus codos como si manejara el peso de una pluma-Parece que tiene un puto radar.

Casi podía leerle una sonrisa en la cara, pero no era capaz de mirarle en aquel momento, estaba demasiado ocupado intentando no desfallecer. Todas sus extremidades ardían como el maldito infierno y tan solo era capaz de escuchar sus propios jadeos, que le quemaban el pecho con cada bocanada que tomaba del aire frío de la mañana.

Harry no respondió nada a lo que el desconocido había mencionado. Simplemente estaba de acuerdo con él, Louis era un gran capullo.

-Soy Bill-Se presentó mientras aún hacía flexiones que parecían no afectarlo demasiado.

-Ya está, podéis descansar-Ordenó y al instante Harry se dejaba desfallecer tras un fuerte jadeo que le dejó inmóvil en el suelo. La arenilla se pegaba en su mejilla y manos en una mezcla desagradable de sudor y polvo, pero a Harry no le importaba realmente, con tal de recuperar el aliento por unos segundos.

𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora