Capitulo treinta y uno

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[...]

«Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?»

[...]

Esa misma noche, Hanna y Harry se quedaron hablando durante horas dentro de aquel baño. Cuando se hizo demasiado tarde, o más bien pronto, porque el sol comenzó a salir, Harry ayudó a la joven a ponerse en pie. Sus piernas temblaban, pues aún tenía ese color pálido en su piel. Harry cruzó el brazo de la embarazada tras su cuello y la sujetó desde su cadera. Sus músculos estaban débiles, pero aún así consiguió que bajará las escaleras junto a él. Entrar en el comedor supuso la agonía inmediata del rubio, pues se despertó al instante en el que la embarazada se sentó en el sofá donde hacía varias horas dormía.

Una sonrisa se formó en el rostro de Niall al observar directamente a Hanna, pero se esfumó en cuanto se percató del aspecto paliducho y enfermizo de su cara. Entonces se incorporó de un salto, únicamente para agarrar sus mejillas e inspeccionarla desde cerca.

-¿Qué ocurre enana?, tienes un aspecto terrible-Dijo realmente preocupado. Pero con su voz aún adormilada.

-¿Así tratas a tu mujer?-Dijo con una amplia sonrisa, intentando quitarle importancia al asunto. No le gustaba preocupar a su rubio.-No debes preocuparte. Ayer cené tanto que no debió sentarme bien. He estado vomitando y Harry me ha ayudado a bajar las escaleras. Eso es todo.

Niall analizó aquellas palabras observándole fijamente con aquellos ojos celestes.

-¿Cómo que eso es todo?, ¿por qué no me has dicho nada?.

-Porque sabes que odio preocuparte por cosas innecesarias.

-Nada es innecesario cuando se trata de tí. Por Dios Hanna, ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?.

-Vale, no me regañes o juro que te vomitaré encima-Dijo apoyando la cabeza en el respaldo y sus manos en su vientre abultado.

-Por Dios, no os soporto. Callaos de una puta vez-Sé quejó Chuck.

-O cierras la boca o te reviento-Amenazó Harry sin miramientos y el hombre de tez negra se puso en pie, refunfuñando, pero sin decir una sola palabra más. Depués caminó hasta el porche.

Aquella misma mañana, Hanna se quedó descansando en la casa donde pasaron la noche. Pese a que juró mil veces que estaba perfecta, la muchacha no pegó ojo en toda la noche, y lo poco que quedaba de madrugada, debido a las náuseas. Niall hubiera dado su vida por quedarse con ella cuidándola, pero ella prefirió que fuera con el resto del grupo. En cambio, Alice se ofreció a quedarse con ella. No se conocían demasiado, pero ambas eran lo suficientemente sociables como para entablar una conversación rápidamente.

Era hora de explorar aquel pueblo. El grupo se encontraba en mitad de una calle amplia, rodeada por edificios donde el apocalipsis había hecho mella. La vegetación crecía a sus anchas, la marea estaba enfurecida y las gaviotas volaban por doquier perdiéndose entre los nubarrones grises que cubrían el cielo.

Aquella mañana que Louis se viera increíble era un hecho inegable. El cabello despeinado caía por su frente, aquella cicatriz que atravesaba su labio le hacía aún más misterioso, vestía una camiseta de tirantes negra, unos jeans anchos ajustados a sus caderas por un cinturón de hebilla metálica que le quedaban como un guante. Unas botas negras terminaban de rematar el conjunto. Además, un rifle colgaba de su hombro, junto a la grande mochila que lo hacía desde sus hombros.

-Bien, vamos a lo primordial. Harry, ¿tienes aún ese mapa?.-Preguntó y Harry se lo tendió obediente.-Bien, veo una farmacia, un supermercado...-Enumeró-Hay bastantes cosas interesantes que podemos explorar. Haced parejas, nos separaremos. Chuck, Marlene, Bill y yo nos distribuiremos dos calles más abajo. El resto quedaos por esta zona. Quiero que entréis en la farmacia y os llevéis todo lo que sea primordial. ¿Qué tal tú, Harry?

𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora