Capítulo veintiocho

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Harry despertó aquella mañana con a penas dos horas de sueño. No pudo pegar ojo en toda la noche, pues cuando los cerraba miles de imágenes desoladoras ocupaban su mente. Entonces era ahí cuando la incertidumbre le comía por dentro. ¿Qué pasaría ahora?. 

Liam fue quien tocó por la mañana la puerta de su habitación. Tras él, Marcela explicó que no quería despertarle porque parecía muy cansado, pero aún así, el rizado se incorporó de la cama frotando sus ojos con el puño cerado. 

Harry se quedó observándole, con los ojos semi cerrados y la cara aún invadida por el sueño.

—Venga, levanta. Tienes que venir con nosotros.—Ordenó el castaño.

—¿A qué y a donde?.

—Date prisa— Alentó Payne, dando media vuelta y desaparenciendo tras el marco de la puerta. 

...♔♔♔...

Despues de unos diez minutos, Harry emprendio camino al pueblo calcinado junto a Liam, en un caballo de pelo negro brillante. Fue algo incómodo para Harry, pero a esas alturas absolutamente todo le daba igual. Durante el camino conversaron sobre el motivo por el que se dirigían al pueblo, pues debían buscar pruebas, indicios de lo que provocó el fuego. Harry preguntó si no tenían alguna sospecha, a lo que Liam dio una respuesta bastante ambigua y escueta, después decidió no reponder a muchas mas de sus preguntas. No se notaba un aire festivo precisamente.

Cuando llegaron, Harry no pudo evitar observar a Louis desde la lejanía. Tampoco supo cuánto tiempo estuvo admirando su figura, que desprendía un aura misteriosa y melancólica. Aún se encontraba montado en el caballo a pesar de que hacía un buen rato se había detenido y Liam ya no se encontraba montado.

Tardó en percartarse de ello, pues Louis, apartado de aquel grupo que charlaba en mitad del camino, se le hacía una imagen más curiosa. Mas interesante. Pero para admirar desde la lejanía.

-¿Piensas bajar o...?- Dijo el castaño rompiendo el ensimismamiento de Harry.

Este carraspeó y lentamente bajó su mirada al suelo para poder hallar a Liam, encontrándose con una expresión burlona en la cara del castaño. Y sin decir palabra alguna, bajó del caballo.

Después, Liam se alejó de Harry para amarrar al animal. El rizado caminó hacia Louis, para ello se hizo paso entre el grupo de personas que le miraron de arriba abajo con cara de pocos amigos. Y le siguieron con la mirada incluso cuando ya había pasado de largo. Sabía quienes eran, pues entrenó a diario con ellos. Aún así, sintió todas aquellas miradas clavadas en su nuca, seguido de un corrido de cuchicheos que no llegaron del todo nítidos a sus oídos. Tampoco le dio importancia demás a aquello y siguió caminando.

Pero Harry no era tonto. Sabía que era el nuevo. El niñato protegido de Louis, por mucho que odiara dicha denominación. Ahora estaba al nivel de personas que trabajaron duro durante muchos años para estar allí. Era normal la desconfianza y la rabia en aquellas miradas, pero tampoco podía hacer mucho más que ignorarlas con la mayor apariencia indiferente que supiera fingir.

Cuando llegó tras Louis, no se atrevió a decir una palabra. Tan solo le observó en silencio. Empapándose de la pesadumbre que reflejaba su alma. Podía entender el dolor que le suponía haber perdido todo aquello que llevaba construyendo por años. Pero el ojiazul no lo exteriorizó en ningún momento, tan solo se limitó a fumar en silencio mientras miraba una parte de su imperio reducido a cenizas. Se apoyaba en la inmensa puerta principal, mientras hacía bailar el cigarrillo entre sus dedos. Aquella puerta hacía parecer aquel sitio tan seguro, tan inexpugnable... ironías del nuevo mundo.

—¿Quién crees que pudo hacer todo esto?— Preguntó Harry de brazos cruzados, observando a Louis con cierta curiosidad.

Louis se tomó su tiempo para responder, pero no porque meditara algún tipo de respuesta, más bien, se le veía perdido entre sus pensamientos. Como si tuviera que filtrar el doble de información por segundo.

𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora