Interludio

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Louis luchaba junto con Hanna para que Harry mantuviese los ojos abiertos. Se estaba haciendo una tarea prácticamente imposible pese a todos los esfuerzos que hacían cada una de las personas de aquel coche.

Hanna golpeaba su rostro levemente, Louis sujetaba su cabeza para mantenerlo erguido, Niall le gritaba palabras de ánimo, intentado mantenerlo despierto y Marlene contaba los kilómetros restantes.

—¡Solo quedan cinco!— gritó la mujer al volante.

—¡Vamos Harry, ya casi llegamos!— gritó Niall como copiloto, girando casi su cuerpo entero hacia los asientos traseros.

—¡Vamos Hazz, solo tienes que aguantar un poco más!— animó Hanna.

Un aire sereno comenzó a ocupar el rostro de Harry. Un rostro que mostraba felicidad, gratitud y cariño. Estaba muy agradecido por tener a unos amigos tan increíbles, acompañándole incluso en el final. Sin embargo, Harry no encontraba la fuerza suficiente como para mantener los párpados arriba. Quería hacerlo, porque se lo debía a todos ellos, pero era simplemente, incapaz. Así que Louis desesperó.

La respiración de Harry era pesada y agónica, además, tiritaba violentamente. Sus ojos estaban rojos, inyectados en sangre debido a la infección. Se notaba como sufría cada vez más a cada segundo que pasaba.

El líder tomó el rostro de Harry. Apretó sus mejillas sudorosas y pálidas. Estaba ardiendo, tan caliente que el calor casi era capaz de sofocar a Louis también.

—Harry, Harry escúchame — Murmuró intentando mantener la mirada en aquellos ojos febriles. — Vas a conseguirlo. Vas a conseguirlo, mi amor. — las lágrimas picoteaban los ojos de Louis, como si no estuviera del todo seguro de lo que afirmaba. Como si tan solo fuera una afirmación para convencerse a si mismo. Para sacar las fuerzas que le hacían falta a los dos.— Saldrás de esta y le darás los libros a los niños del pueblo. Me ayudarás a sacar el pueblo adelante. Haremos grandes cosas juntos... pero te necesito...— las manos se ciñeron más al rostro de Harry y las lágrimas ya salpicaban las mejillas del líder.

—¡Tres kilómetros!

—Te necesito conmigo, Harry. No puedo hacer esto sin ti — las lagrimas ablandaron su voz. Mostraron la fragilidad del líder en su máximo esplendor.— Sobrevivirás a esto, porque eres un milagro Harry... eres un ángel. Sobrevivirás y te daré flores a diario y llevaremos a Peace de paseo y veremos el mar las veces que queramos. Como hacen en todas esas novelas cursis. Viajaremos por el mundo, no sé cuándo , ni cómo, pero lo haremos. Porque lograremos cosas grandes, salvaremos el puto mundo tú y yo de la mano— Louis a tal punto no tenía muy claro lo que soltaba por su boca, pero todo servía mientras pudiera mantener a Harry despierto.— Y... y también despertarás todos los días a mi lado para agradecerle al jodido universo o quizás restregarle al diablo que sigues conmigo, y... ¡Marlene, pisa el jodido acelerador!

—¡Veo el pueblo!

La tensión dentro de aquel coche era como ninguna otra. Todos sudaban frío y una impotencia inexplicable corría por el torrente sanguíneo. Louis hubiera hecho lo imposible por salvar a Harry. Hubiera aprendido a volar o a sacar poderes mágicos para curarle, pero era un simple mortal que se encontraba rezándole a fuerzas superiores en las que no creía.

—Estamos entrando. Solo tienes que aguantar un poco más — animó Hanna cuando el coche estaba cerca de la entraba.

—Mierda...

Marlene musitó y un jadeo de desaliento salió desde lo más profundo de Niall.

Louis no le prestó atención.

—Cowell...— pronunció la conductora frenando lentamente el coche. Ya se encontraban en la puerta del pueblo, pero algo no andaba bien.

Louis levantó la cabeza para mirar al frente y la imagen que encontró fue tan grotesca que sus sienes empezaron a palpitar de la rabia.

Los cuerpos se apilaban en la entrada, quizás había veinte o treinta en cada esquina. Podía ver rostros desconocidos, equipados con la ropa y armas características de Simon. Pero si aquella era la escena fuera del pueblo, la escena que se encontraría dentro sería mucho mas salvaje y cruenta. Louis lo sabía, todos en ese coche lo sabían.

La puerta se abrió lentamente cuando Marlene gritó a través de la ventanilla que habían llegado, esperaba con ansias y temor lo que encontraría allí dentro, sin embargo, un puñado de palabras hicieron incluso que su propio pueblo se volviera insignificante.

—Louis, no siento su pulso.

El nombrado volvió a mirar a Harry, con tanta rapidez que casi se podría haber partido el cuello.

Hanna tomaba el pulso de Harry con dos dedos sobre su cuello. Observó su rostro pálido de ojos cerrados y su boca semi abierta. Las manos descansaban flácidas sobre sus rodillas.

Después miró directamente a Hanna a los ojos. Algo le decía que Hanna también se temía lo peor.

¿Entonces era el final?

𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora