El niño de unos ocho años despertó sudoroso de una pesadilla que perturbó su descanso. Abrió los ojos jadeando. Su pecho subía y bajaba atemorizado, como un barco dejándose elevar entre el oleaje.
Se incorporó quedando completamente sentado mientras agarraba con fuerza el edredón de su cama, necesitaba saber que todo había sido un sueño. Necesitaba saber que nada de aquello había sido real. Por suerte no fue así, ya que segundos después se percató de que estaba en su habitación. La luz de la luna perpetraba por la ventana y la leve luz de la lámparita de noche aún combatía con aquella oscuridad desoladora que tanto asustaba al pequeño.Frunció el ceño porque aquello era extraño. Sus padres solían apagar la luz al darle un beso de buenas noches mientras esté dormía. Mamá siempre le decía, "Cariño, acuéstate y deja prendida la luz. Cuando termine de redactar el informe de hoy subiré a darte el beso de buenas noches", pero el sueño siempre vencía a Harry y acababa quedándose dormido antes de que su madre subiera.
Papá sin embargo era más de visitarle mientras esté se encontraba despierto y así compensaba la ausencia por trabajo de todo su día en contarle un par de cuentos por la noche. Luego de contar dos o tres, quizás cuatro, porque Harry insistía en uno más, Desmond Styles besaba la mejilla de su hijo y le deseaba las buenas noches.Harry miró la hora en el reloj que descansaba sobre su mesilla. Pudo leer las cinco y treinta de la madrugada. Despejó el cansancio de sus párpados con sus pequeños puños y se deslizó por el borde de la cama hasta tocar con sus pies descalzos la moqueta que decoraba el suelo.
Iría a ver si estaba todo en orden y a por un par de galletas de la alacena. Aunque mamá no se lo permitía, se las merecía por aquella agobiante pesadilla.
Abrió despacio la puerta de su habitación y se dirigió a la de sus padres. Toda la casa estaba a oscuras y aunque no hacía frío sentía así el ambiente.
Caminó por el pasillo de puntillas hasta que llegó a la recámara del matrimonio, donde este no descansaba en su cama.
Harry arrugó su nariz, todo aquello era raro. Aún quedaban unas horas para que sus padres entraran a trabajar, sin embargo la cama estaba vacía y deshecha, donde las mantas y sábanas se arrastraban por el suelo."Harry, no seas paranoico" se dijo el de rizos a sí mismo mientras caminaba a la habitación de su hermana. "Seguro que madrugaron para ir a trabajar. O puede que estén en el salón... se habrán quedado dormidos otra vez viendo la tele"
Giró con cuidado el pomo de la puerta. No pretendía despertar a Gemma por una simple pesadilla.
Pero cuando entró, la joven tampoco se encontraba en su cama.Los músculos del niño se tensaron por completo, todo era más raro cada vez.
Decidió armarse de valor para intentar llamarla.
-Gemma...-Susurró en un tono bajo pero que la pre adolescente escucharía sin problema.-Gems, si te has escondido no es gracioso...
Dio uno o dos pasos más para ver si la chica se había escondido bajo la cama. Pero siquiera logró acercarse lo más mínimo ya que una mano agarró su brazo con fuerza y lo arrastró hasta el interior del armario.
El chico quiso gritar, solo salió un pequeño clamor de su garganta ya que una mano cubrió con fuerza su boca. El corazón martilleó tan fuerte contra su pecho que pensaba que este se escaparía en cualquier momento, pero logró tranquilizarse -por poco tiempo- cuando vio que la culpable del susto fue su hermana.
Sin embargo, esta apretaba con tanta fuerza su mano que la tranquilidad fue breve.-Sh.. sh...-Silenció la niña temblorosa, que lo miraba con preocupación.
El de rizos observó como la cara de su hermana era la viva imagen del terror. Sus rasgos estaban descompuestos, las lágrimas hacían un surco brillante por las pálidas mejillas y nuevas gotas redondas amenazaban en desalojarse por el margen de sus párpados interiores.

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𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿ
FanfictionMamá siempre decía, "Cariño, acuéstate y deja prendida la luz. Cuando termine de redactar el informe de hoy subiré a darte el beso de buenas noches", pero aquel beso nunca llegó... Un virus arrasa con el 76,2 % de la población mundial. A diferencia...