Capítulo treinta y cinco

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《Para renacer, primero tienes que morir.》

Lucien Carr

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Poco tiempo después de la muerte de Harry Louis decidió cambiar el rumbo de su vida drásticamente, odiaba todo lo que había pasado, odiaba todo lo que le rodeaba. Abrir los ojos y mirar cada rincón de su pueblo, las caras de la gente, incluso su mismo reflejo, todo le recordaba a Harry. Era como la peor pesadilla que jamás había tenido, pero quizás toda esa mierda era necesaria para dejar de ser esclavo del trabajo. Llevaba siendo un líder rígido casi desde que tenía memoria, jamás había podido saborear la libertad. No pudo ser niño porque su padre nunca se lo permitió, tampoco pudo ser un adolescente porque el futuro líder no debía serlo y el inicio de su vida adulta estuvo marcado por el puesto que heredó de su padre. Pero ahora iniciaba una nueva etapa de su vida, una etapa en la que no tendría mayor responsabilidad que curar las llagas de su corazón con el agua salada y los rayos dorados de la costa.

Una pequeña cabaña en la costa de Seattle le esperaba.

Todo estaba preparado, aquel era el plan de jubilación de su padre. Un pequeño barco con suficientes bidones de gasolina para viajar a Seattle tres veces de ida y vuelta, una cabaña con todas las comodidades necesarias para vivir durante un buen tiempo y unas costas envidiables, de agua cristalina y naturaleza salvaje, no necesitaba mucho más.

Cuando estuvo listo para dejar atrás todo lo que conocía y aventurarse a una nueva etapa de su vida, retiró la lona de aquel barco que flotaba en una costa cercana al poblado, preparó un equipo reducido de gente que supiera manejar aquel cacharro y se lanzó a la mar. Por supuesto se despidió de Liam antes de partir. Bebieron durante toda la noche, rieron, lloraron y se dijeron lo mucho que se querían.

Por parte de Liam no fue difícil, nunca se le hizo una tarea complicada decirle a su hermano lo mucho que le apreciaba y lo solo que se sentiría sin su compañía, por parte de Louis fue un esfuerzo mayor, siempre le costó horrores hablar sobre lo que sentía, porque muchas veces ni él mismo sabía descifrarlo, pero con Liam lo tenía claro. Admiración, respeto, cariño... era todo lo que sentía por el castaño y no dudó en decírselo después de un par de copas. La muerte de Harry le había enseñado que esperar a decirle todo lo que quieres y sientes por una persona a veces era una misión suicida. Pensar que podrás decírselo en otro momento es un fallo garrafal, pues el destino es un hijo de puta caprichoso, que te arrebata lo que sea si así lo quiere.

Tras un puñado de lágrimas disimuladas en los ojos de Liam y un abrazo cariñoso, Louis partió en aquel barco al amanecer y a medio día ya se encontraba en alta mar, flotando en mitad de una gran masa de agua de un azul profundo, que cortaba el aliento e infundía respeto y paz al mismo tiempo.

Se asomaba por la proa del barco, en un lugar donde podía estar completamente solo con sus pensamientos. Dedicarse aquel ilimitado tiempo le ayudó a conocerse mejor, a darse cuenta que quizás sentía una leve angustia en mitad del mar. Era como sentir claustrofobia en el espacio más inmenso que había conocido jamás. En mitad del mar se sentía pequeñito e insignificante.

Miró el filo del barco romper la tranquilidad de las olas, el azul se rompía en espuma blanca, espuma pulcra, perfecta. Sus cabellos castaños se agitaban con la brisa marina y en su cara se mezclaba la humedad salada con los rayos del sol. Sabía que si pasaba un par de horas más bajo aquel sol radiante su piel se tostaría hasta conseguir un tono acaramelado.

𝚃𝚑𝚎 𝚠𝚘𝚛𝚕𝚍'𝚜 𝚗𝚘𝚝 𝚜𝚊𝚏𝚎 𝚊𝚗𝚢𝚖𝚘𝚛𝚎 ᴸᵃʳʳʸ ˢᵗʸˡⁱⁿˢᵒⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora