Han pasado cuatro semanas desde que Flavio se incorporó al bufete, en ese tiempo yo me había hecho cargo del despacho y mis tareas se habían multiplicado, no tenía tiempo para nada, incluso mis salidas con Carlos se habían reducido, él no parecía molesto pues conocía como de exigentes eran nuestros padres y conocía todo lo que se me había venido encima al tomar el mando. Sonó la puerta de mi piso y mi inseparable Anajú apareció con el desayuno.
- Buenos días.- saludó alegre, aunque al verme con el portátil ya liada su gesto cambió.
- Deberías estar haciendo un desayuno más sano que esto y no trabajando desde tan temprano.- me reprochó dejando un café delante de mí.
- Es primero de mes, sabes todo lo que hay que hacer, no he parado en el fin de semana.- le recordé con tono neutro.
- Vamos que llevas encerrada todo el fin de semana.- me reprochó pero yo me encogí de hombros.
- Es lo que tiene ser jefe. Por cierto, ¿se han pagado las nóminas?- le pregunté a mi amiga y ella me miró con una sonrisa.
- Sami cariño la empresa no se ha parado por el cambio, claro que hemos cobrado, seguramente fue de las cosas que firmaste el jueves.- me recordó con paciencia mi amiga.
- Ya lo sé, pero son muchas cosas las que llevo, es normal que me preocupe por todo. ¿No?- le pregunté indecisa y ella me sonrió.
- No tendrá nada que ver la charla del jueves con Flavio en el bar.- me preguntó con un poco de picardía mi amiga, haciendo que yo rodase los ojos.
- Claro que no, me preocupa el despacho y que todo vaya bien.- le repliqué mientras terminaba de desayunar.
Es verdad que durante estas semanas mis visitas al bar de Hugo se habían incrementado, se había convertido en mi sitio de escape para poder desconectar un poco, la alegría del rubio y la charla con Flavio me hacían desconectar un poco de tanto trabajo. Además al ser un ambiente distinto al mío, me permitía mostrarme de una manera más natural. Durante estas semanas Anajú me había acompañado varias veces y habíamos dejado el jueves como día fijo para cenar allí y disfrutar de ese tipo de comida. La morena había congeniado mucho con Hugo y las miradas que se lanzaban me decía que poco iba a tardar el rubio en caer en sus redes.
Salimos de mi piso dirección a la oficina, ambas en silencio sumidas en nuestros pensamientos, en cuanto llegamos nos separamos y yo me dirigí hacía Ari.
- Buenos días Ari, cuando puedas llámame a Flavio, necesito el portátil listo con urgencia.- le pedí con amabilidad a la que era mi mano derecha.
- Flavio ya está en tu despacho, esta liado con tu pc, espero que no te importe.- me respondió la morena y yo negué con una sonrisa.
- Buenos días.- dije al entrar en mi despacho y vi como el moreno se sobresaltaba y se levantaba de un salto de mi sillón.
- Buenos días, perdona que haya venido sin que tu estuvieras pero quería avanzar que hoy tengo el día complicado. Ya tienes el pc listo ahora mismo me pongo con el portátil. ¿Le parece bien?- me dijo de corrido y me hizo gracia como me hablaba de usted.
- Flavio sabes que puedes tutearme cuando estamos solos. Me parece bien todo lo que me has dicho, pero ¿Has dormido aquí?- le pregunté con sorna provocando una mirada de desesperación por su parte.
- Sólo he llegado temprano y he decidido adelantar trabajo, así que he empezado por la persona más importante del despacho.- me respondió tomando mi portátil y evitando mi mirada.
Tomé asiento en mi sillón y mire a Flavio que ya estaba liado con mi portátil, estuvimos en silencio hasta que no me pude contener más y lo interrumpí.
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Sobran las palabras
FanfictionElla abogada de éxito, con una familia adinerada y bien posicionada. Él luchando por salir adelante en una vida que no se lo ha puesto fácil. Ambos coincidirán en un momento importante de sus vidas, se entenderán o la diferencia de clases marcará su...