22.- Esto se hace insoportable.

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- Te recuerdo que esta es mi casa también. Yo la pagué. - me respondió mi padre serio.

- Y él no es bien recibido aquí. - siguió, señalando a Flavio con gesto despectivo.

Vi la cara de Flavio lívida y seria, se giró y yo lo acompañé a la puerta.

- Flavio es mejor que te vayas, déjame solucionar esto con mi padre. Cuando pueda te llamo. - le pedí acariciando su mejilla, él asintió sin decir nada, dejó un cálido beso en mi mejilla y me lanzó una última mirada que reflejaba tristeza antes de subir al ascensor.

Volví dentro con la mirada de Flavio clavada en mi corazón, mi enfado con mi padre por la forma de tratarlo era grande, así que me planté delante de él con gesto desafiante.

- Tú ves lógica la forma de tratarlo. No sé qué te ha hecho para que lo trates así. - le espeté mostrando mi enfado.

- Porque no pertenece a tu clase y no voy a dejar que arruines tu vida con alguien que no tiene futuro y que encima tiene a su cargo a dos mocosos de apenas seis años. No pienso mantener a nadie. - terminó diciendo con tono desagradable.

- ¿Cómo sabes eso? - le pregunté sorprendida y molesta por ese ataque.

- No creerás que no iba a investigarlo después de que lo llevaras al pueblo. Samantha sé todo sobre él y sé que no te conviene. - remachó mi padre con un gesto soberbio.

- ¿Qué vas a controlar toda mi vida? No pienses que voy a permitirlo - le contesté irónica.

- Harás lo que yo diga o dejaras de tener esta vida tan fácil. Además, recuerda que sé todo de tu amigo y sé para quien trabaja su hermana y porqué la contrataron. No me retes Samantha, porque saldrás perdiendo tú y quienes te rodean. - me amenazó con una mirada que me heló la sangre.

- Bueno después de dejarme claro cómo es mi vida puedes dejarme sola. - le pedí tras un silencio incómodo.

- Ya te he dicho que esta es mi casa, yo la pagué y pienso quedarme aquí a dormir. - me respondió mi padre con suficiencia.

- Bien pues ponte cómodo yo me voy a casa de Anajú. - dije cogiendo mi bolso.

- Haz lo que quieras, pero no metas a Anajú en esto, no me hagas tomar medidas contra ella. - volvió a recordarme mi padre con esa amenaza tan directa.

Bajé a casa de Anajú totalmente descompuesta, las palabras de mi padre habían calado y me habían dejado totalmente deshecha. Cuando mi amiga me vio su cara reflejo preocupación por mí. Me hizo entrar y sentarme en el sofá, yo estaba en silencio, así que ella decidió darme algo de espacio y fue a la cocina, al rato volvió con un par de tazas de tila para cada una. Al sentarse a mi lado vio como silenciosas lágrimas corrían por mis mejillas.

- Sami ¿Qué ha pasado? Cuéntamelo y sácalo de dentro. ¿Ha sido con Flavio? - preguntó y yo negué.

Busqué las palabras y tras unos segundos empecé a contarle todo lo ocurrido en mi piso, su expresión fue cambiando a una horrorizada conforme escuchaba todo.

- Te puedes creer que ha espiado a Flavio y a su familia, sabe todo de ellos hasta donde trabaja Bea. La verdad que no me esperaba esto de mi padre estoy totalmente en shock, no me lo puedo creer. - volví a repetir.

- ¡Joder Sam! No sé qué decir, pero sabes que me tienes para lo que necesite. - me respondió y yo la miré con pena.

- No, me ha prohibido meterte en esto, dijo que si lo hacía tomaría represalias contigo. - le expliqué y su cara demudo a una de miedo mezclada con indignación.

Ambas nos quedamos calladas sin saber que decir, finalmente Anajú se levantó para coger el móvil.

- Voy a pedir comida china. Tú deberías llamar a Flavio y contarle todo para que no le coja de improviso. - me aconsejó y yo negué.

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora