34.- No puedo aguantar más.

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De camino a casa de Samantha llamé a Bea para decirle la buena noticia, le estuve contando todo lo que me había dicho el médico, también que íbamos a casa de la rubia para ver al pequeño y ella me contó sus planes con los pequeños.

- ¿Qué te ha dicho Bea? - Me preguntó Samantha en cuanto colgué la llamada.

- Se ha puesto muy contenta y cuando le he dicho que íbamos para tu casa me ha comentado que ellos ya están allí, porque había prometido a Pol desayunar churros con chocolate. Así que tienes visita. - le expliqué y ella sonrió imaginando la que habría formada en casa.

Cuando llegamos a su casa, ella cargando con mi mochila para evitar que yo cogiera peso, abrió la puerta y escuchamos los gritos de los niños. Mati salió de la cocina con una sonrisa al vernos

- ¿Flavio que tal te encuentras? - me preguntó besando mis mejillas y yendo a saludar a Sam.

- Bien Mati, muchas gracias. Y los niños ¿mucho jaleo? - le pregunté y ella negó con una sonrisa.

Bea apareció viniendo del salón y se abrazó primero a Samantha y después vino hasta mí para hacer lo mismo.

- Pasad a ver a los enanos, han montado una casa en el cuarto de Pol. - nos explicó y la seguimos con intriga.

Nos asomamos y vimos como con sábanas y cojines habían montado una especie de refugio, los tres niños al vernos se levantaron corriendo para saludarnos, el pequeño Pol se agarró a mis piernas con fuerza y yo me bajé para besarlo. Los mellizos aprovecharon para besarme y preguntarme como me encontraba ya que Bea les había contado todo.

- Chicos no agobies a Fla que necesita descanso. - les pidió Bea intentando poner paz en el revuelo montado.

Yo cogí a Pol en brazos y rápidamente Samantha me lo quitó de encima y yo la miré extrañado.

- Bebé papi no puede hacer esfuerzos, yo te llevo. - le dijo al pequeño que la miraba enfadado por el gesto de la rubia.

Fuimos todos al salón seguidos de los pequeños que no paraban de alborotar, Samantha me hizo sentarme en el sofá en la parte de la cheslón para que pudiera poner las piernas arriba y Pol se sentó a mi lado mirándome con seriedad.

- Cariño estoy bien sólo me duele un poco la espalda en donde me han pinchado, pero en unos días estamos tocando de nuevo el piano. - le dije al pequeño besando su frente y él por fin me sonrió más convencido.

- Chicos porque no seguís jugando en el cuarto. - les propuso Bea con cariño y todos tras dejarme varios besos más le hicieron caso.

Cuando los pequeños se fueron las dos mayores se sentaron a mi lado y Samantha le contaba a Bea como habíamos pasado la noche, cuando terminó me miró para ver cómo estaba.

- ¿Os apetece que pidamos algo de comida para todos? - propuso la rubia y mi hermana negó.

- Lo siento chicos, pero tengo planes, Alex viene a buscarnos para irnos a Murcia, Patricia tiene ganas de verlos y así te dejamos descansar. - nos explicó Bea y mi cara debió ser un poema.

- Flavio tranquilo, puedes quedarte aquí si no quieres estar solo, Pol y yo estaremos encantados de cuidarte. - propuso Samantha al ver mi cara.

- ¿Puedes traerme agua? - le pedí como toda respuesta y ella rápidamente se levantó a por ella.

Cuando Samantha salió del salón Bea se acercó mirándome preocupada.

- ¿Qué pasa Flavio? ¿Ha ocurrido algo con Samantha? - me preguntó y yo negué.

- No ha pasado nada con ella, pero no sé si podré aguantar mucho más. - le respondí bajando la vista, totalmente angustiado.

- Flavio no entiendo nada que no puedes...

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora