13.- Dejarse llevar.

438 25 0
                                    

Me desperté y rápidamente eché de menos a mi lado el cálido cuerpo de Samantha. Miré la hora y vi que era pasadas las diez y media. Escuché ruido en el baño y el agua de la ducha correr. La noche había sido espectacular, pero yo seguía con ganas de más, me levanté desnudo, cogí un preservativo y me dirigí al baño, abrí la puerta y saludé para evitar asustarla. Sin pensármelo entré en la ducha y la rubia me recibió con una sonrisa.

- Buenos días. - volví a decir dejando un tímido beso en sus labios.

- Buenos días Fla. ¿Te he despertado? - me preguntó acariciando mi mejilla, pero yo negué.

- Ha sido tu ausencia la que lo ha hecho. - le respondí y volví a buscar sus labios.

El agua empapaba nuestros cuerpos y noté que se tocaba el cuello con un gesto de dolor.

- Me dejas a mí. - le pedí poniendo mis manos en su cuello y ella con una sonrisa se volvió.

Empecé a masajear su cuello y sus trapecios muy cargados, poco a poco le fui soltando los nudos que tenía en la espalda mientras ella soltaba pequeños gemidos de placer.

- Que manos más maravillosas Fla. - dijo en un tono que denotaba el placer que estaba recibiendo.

Seguí trabajando su espalda hasta que fui bajando a la zona lumbar, de ahí a su trasero había muy poca distancia y no pude contenerme en masajearlo, provocando primero una risa de ella y después unos gemidos que me pusieron a cien. Mi pene tomó vida propia, yo pasé mis manos a sus hombros y de allí a sus pechos, coloqué mi miembro entre sus piernas provocando el roce entre ambos sexos, mis manos masajeaban sus pechos, jugando con sus pezones, ella movía sus caderas haciendo más intenso el roce y la excitación. Bajé una de mis manos buscando su clítoris y empecé a estimularlo provocando gemidos más intensos por su parte.

Samantha se giró para buscar mi boca y yo aproveché para introducir un par de dedos en su húmedo sexo, el gemido que soltó fue indicativo de que le había gustado así que empecé a mover mi mano mientras devoraba su boca, en pocos minutos noté como le llegaba un orgasmo que dejaba sus piernas flojas. La sostuve contra la pared mientras ella se recuperaba.

- Flavio quiero más. - me pidió en cuanto su respiración se normalizó un poco.

Yo con una sonrisa en la cara, abrí la mampara y cogí el preservativo que traje y con un par de movimientos me lo coloqué, la cogí por el trasero y con un movimiento la alcé haciendo que sus piernas se enroscaran a mi cintura, guie mi miembro hasta su entrada y tras pasar la punta por sus pliegues me introduje en ella provocando un gemido, apoyé su espalda en la pared y empecé a mover mis caderas mientras devoraba su boca. Sus manos arañaban mi espalda y cuando no pudo más separó nuestras bocas, yo aproveché el hueco para meter mi mano y estimularla. El orgasmo le llegó a Samantha con un gran gemido y un temblor en sus piernas, la bajé con cuidado y sin soltarla mientras se recuperaba, su rostro enrojecido por el agua caliente y el esfuerzo mostraba una sonrisa de satisfacción imborrable.

- Tú todavía sigues así. - dijo señalando mi pene erecto y con el condón puesto.

Se arrodillo delante de mí y sacó la goma con cuidado y si aviso se introdujo mi miembro en su boca provocando un gemido ronco por mi parte, a su boca se unió su mano y en nada me tuvo, intenté pararla, pero ella lo evitó y siguió con sus movimientos haciendo que me deshiciera en su boca. Samantha se levantó relamiéndose y mirándome fijamente, yo la agarré y besé su boca.

- Me muero de hambre. - dijo cuándo se separó de mis labios.

Nos terminamos de duchar y Samantha salió la primera para darme una toalla, cuando salí al dormitorio, la rubia ya estaba con unas braguitas puesta y sacando una camiseta que reconocí como mía, ella se dio cuenta y con una sonrisa inocente me dijo.

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora