16.- Vuelven los problemas.

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Lunes ocho de la mañana, ya tengo preparado el desayuno de los pequeños, hoy me he levantado temprano y con tiempo, me tomo un café mientras repaso en mi mente el fin de semana tan maravilloso.

Empezó con el viernes tras salir de la oficina en el piso de Samantha tras una llegada fogosa en la que la ropa voló por el salón, lo hicimos en el sofá sin poder esperar a llegar al dormitorio, tras eso y antes de ir al bar le toqué al piano como ella me pidió. Después por la noche Samantha me esperó cuando sus amigas se fueron y volvimos a su piso donde primero en la cama y después en la ducha nos fundimos en uno sólo, tras más de dos horas del mejor sexo nos quedamos dormidos, desnudos con nuestros cuerpos enredados y cubiertos sólo por una sábana.

El sábado me desperté temprano acostumbrado a los mellizos, así que mientras Samantha dormía me dediqué a practicar al piano con unos cascos puestos, estar ante las teclas me hacía sentirme vivo nuevamente, recuperar la música me hacía sentir vivo y todo se lo debía a ella. Sobre las once y media la desperté ya con el desayuno preparado, lo hice como a ella le gusta con caricias y besos que recibió con una sonrisa en la cara.

- Hola bebé. - dijo en tono mimoso.

- Hola cariño, son más de las once y media y es hora de desayunar.

- Te has despertado muy temprano. - me recriminó con un puchero.

- Si no podía dormir y he estado practicando al piano. Gracias no sabía lo mucho que lo echaba de menos. - le contesté para después besarla.

- Podrías agradecérmelo de otra manera. - me dijo con tono sugerente, pero yo tuve que rechazarla.

- Lo siento cariño, pero tengo que ir a casa, me están esperando. - le respondí haciendo un pequeño puchero.

- Es verdad, pero me lo debes, esta noche no te libras. - me dijo moviendo las cejas y provocando mi risa.

Tras desayunar juntos me fui a casa para pasar el resto del día con los mellizos y con Bea. Por la noche antes de ir al trabajo Bea me dijo que iba a salir y que dejaría a los pequeños con Ana la hija de doña Virtudes.

- Fla he quedado con unos amigos y necesito salir. - me explicó mi hermana.

- Claro Bea, pero déjale mi teléfono por si pasa algo y no te localiza. - le pedí y ella asintió.

En el bar preparamos todo para un nuevo concierto de Chica Sobresalto, Mai y su banda estaban haciendo la prueba de sonido mientras que nosotros colocábamos todo como de costumbre. A las nueve y media aparecieron Anajú y Samantha, venían con tiempo para coger sitio y pedir algo de comer, sabían cómo buenas clientas que los días de concierto además de no servir en mesa se cerraba la cocina a las diez. Cogieron una mesa y yo me acerqué a saludarla y tomarles nota, deferencia a mis jefas como les dije provocando sus risas.

Lo que no me esperaba esa noche era ver entrar a mi hermana acompañada de un chico rubio, más o menos de mi altura, al que presentó como Alejandro o Alex como ella lo llamaba. Tras pasar por la barra se fue hasta la mesa de las abogadas que lo recibieron encantadas. Se sentaron y estuvieron charlando animadamente hasta que empezó el concierto de Mai, en ese momento los cuatros se pusieron a disfrutar de la música, sobre todo el amigo de mi hermana.

Cuando terminó el concierto Mai se acercó a la mesa y estuvo sentada con ellos un rato hasta que Bea y Alex se despidieron, también lo hicieron de mí. Al final de la noche yo salí a mi hora y Samantha me esperaba para ir juntos a su casa, durante el camino no pude evitar preguntarle por Alex.

- ¿Qué te ha parecido el amigo de mi hermana?

- Pues muy simpático y guapo. Además, está loco por ella, así que me da que lo vas a tener que aguantar más por tu vida. - me respondió con una sonrisa burlona.

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora