10.- Vuelta a Madrid.

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Volví a casa de mi abuela sobre las nueve y media, después de picar algo con mi hermana y mi cuñado y charlar mucho con ambos. Durante la despedida le pedí a Débora que me tuviera al tanto de todo y que no dejara que nuestro padre la obligara a volver si no tenía el alta del médico. Ambas sabíamos que mi a padre cualquier falta al trabajo, aunque estuviera más que justificada, era desatender a los clientes.

Al llegar me encontré con Flavio y mi abuela charlando en la cocina de manera animada. Los saludé y me senté con ellos.

- ¿Quieres cenar algo Sami? - preguntó mi abuela poniéndose de pie.

- Gracias yaya, pero he picado algo con mi hermana.

- Bueno pues me voy a la cama, que para mí es tarde. - dijo mientras me daba un beso a mí y otro a Flavio.

Salió de la cocina dejándonos solos y en silencio. Nos miramos y el moreno me dedico una sonrisa y yo decidí hablar.

- Flavio siento haberte dejado sólo toda la comida .

- Tranquila, estabas aquí para ver a tu hermana, yo sólo me he auto invitado, así que no te preocupes por mí. - me respondió con esa misma sonrisa que cada vez me gustaba más.

- Ya, pero tengo que cuidar a mi empleado favorito.

- Vaya en un mes he pasado de apestado a favorito, al final hacerte la pelota ha venido bien. - me respondió con cachondeo y le saqué la lengua.

- Bueno te apetece que veamos alguna serie antes de acostarnos. - le propuse y él se quedó pensativo.

- Es mejor acostarse temprano para mañana salir pronto. - me respondió al fin y yo puse un puchero.

- Jo Fla, llevas todo el día con mi familia de risas y conmigo te niegas a acompañarme a ver una serie, no seas tan seta y vente un ratito. Te prometo que mañana me levanto temprano. - le contesté y sonreí al ver su cara al meterme con él.

- De acuerdo, pero si me quedo dormido no te quejes, que yo hoy he madrugado.

- Venga pues nos ponemos los pijamas y nos vamos a mi cuarto.

- No tengo pijama. - me recordó y yo sonreí.

- Es verdad, que te has olvidado el pijama de tu abuelo en casa de Anajú. - le pique y el sonrió meneando la cabeza.

- Eres la que peor me trata de tu familia. - me espetó mientras se levantaba para ir al dormitorio.

- Anda y no te quejes tanto. Prepara mi portátil mientras yo me pongo mi pijama. - le propongo dejándolo sólo en mi cuarto.

Cuando volví, él ya tenía preparado todo y estaba sentado en un lado de la cama. Me volvió a mirar de arriba abajo, parándose en mis piernas tatuadas.

- Todavía estas así, anda quítate las zapatillas y échate a un lado. - le dije disimulando la sonrisa que se me había puesto cuando sentí su mirada.

Me senté a su lado pegando mi pierna a la suya y puse el ordenador apoyado en ambas piernas. Nuestras espaldas estaban en el cabecero y nuestros hombros también pegados. Le propuse seguir viendo Friends y el asintió. Estuvimos en silencio viendo la serie, sólo se oían nuestras risas que provocaban la serie, al rato noté la cabeza de Flavio apoyada en mi hombro y empezó a soltar pequeños soplidos por la boca, lo miré con cuidado de no despertarlo y estaba adorable, las gafas en la punta de la nariz y su boca carnosa entreabierta.

Tras estar un rato mirándolo cerré el portátil y lo deje bajo la cama, deje que su cabeza resbalase por mi pecho hasta tenerlo sobre mi regazo. Le quité las gafas y las dejé en la mesilla. Volví a mirarlo y esta vez no me contuve y pasé mis dedos por su perfil, delineando su frente, la nariz hasta llegar a los labios que cada vez me atraían más. Flavio se movió al notar mis dedos y se despertó.

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora