11.- Decisiones importantes.

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El martes al llegar al despacho nos encontramos con Eva y Flavio ya trabajando en los sistemas y equipos.

- Buenos días, que madrugadores. - les dije a modo de saludo.

- Buenos días, Eva pensó en ir adelantando trabajo antes de que llegue el personal, así no los interrumpimos. - me respondió el moreno con tono amable.

- ¿Y Albert? - volví a preguntar.

- Tomando café con Carlos que acaba de llegar. - me respondió ahora Eva.

- ¡Vaya! hoy todos llegan antes que yo. - dije para mí, aunque por el codazo de Anajú y las risas de los informáticos lo tuve que decir en voz alta.

Nos fuimos a nuestros despachos para atender los asuntos del bufete, a media mañana Ari me avisó que me esperaban en la sala donde estaban los técnicos. Salí de mi despacho y Anajú también lo hacía.

- Nos han llamado a las dos por lo visto. - dijo al verme.

Llegamos a la sala y allí estaban Eva y Flavio enfrascados en sus pantallas y compartiendo comentarios sobre lo que tenían delante. Albert rápidamente nos empezó a explicar cómo iba a funcionar la nueva seguridad, nosotros seriamos las únicas en permitir acceso a las bases de datos de los usuarios que estuvieran autorizados. La explicación era farragosa, pero el catalán hizo todo lo posible para que lo entendiésemos.

Eran pasadas las dos cuando la puerta se abrió interrumpiéndonos. Carlos se asomó y al vernos a las dos allí su gesto cambió.

- ¿Había reunión y yo no me he enterado? - preguntó serio.

- No, no hay ninguna reunión estamos con los procedimientos nuevos. - le respondió Albert y Carlos me miró sin entender.

- ¿Podemos hablar fuera? - le pedí y él salió de mala gana.

- Estamos liados con lo que te ha dicho Albert. ¿Qué querías? - le pregunté intentando mantener la calma.

- Venía para ir a comer, pero veo que tenéis vuestros planes. - me respondió bastante molesto.

- A ver Carlos es una decisión ya tomada sobre quien gestiona la seguridad. En cuanto al almuerzo, tendrás que ir sólo.

- ¡Vaya! Gracias por informarme. - me espetó enfadado.

- Carlos cálmate. - le pedí poniendo mi mano en su pecho.

- Si quieres esta noche cenamos tal como me pediste. - le propuse buscando cambiar de tema y que se tranquilizara.

El cogió mi mano que seguía en su pecho y se acercó más a mí.

- Me apetece mucho esta cena y que podamos arreglar todo. - contestó con un tono que intentó parecer seductor, pero que a mí no me lo pareció.

Me solté de su agarre con una sonrisa amable y le dije que volvía dentro, él parecía que se iba algo más conforme. Ahora lo que me quedaba por delante era una cena en la que no sé cómo actuaría, pues no tenía nada claro si quería retomar nada con él.

- ¿Todo bien? - me preguntó Anajú al sentarme a su lado, también noté como Flavio me miraba con preocupación.

- Todo perfecto. - respondí mirándola e ignorando al moreno.

- Pues tu cara no dice lo mismo. - me comentó ella con tono bajo para que nadie más lo escuchara. Yo me encogí de hombros y miré a Albert para que siguiera con la explicación.

Seguimos trabajando hasta que Flavio se levantó y con un leve carraspeo llamó nuestra atención.

- Voy a ir por algo de comer. ¿Qué os apetece? - preguntó mirándome a mí y después a Anajú.

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora