24.- Huir no es la solución.

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Tras la conversación Flavio me acurrucó entre sus brazos y ambos quedamos en silencio, aunque nuestras mentes no paraban seguro. Yo después de no sé cuánto tiempo, decidí que debería enfrentarme a mi padre y lo haría hoy mismo pues mañana se encontrarían mi carta de renuncia y la que dejé para Anajú.

Nos levantamos y nos dimos una ducha juntos, pero esta vez no hubo juegos ni sexo bajo el agua, la tensión se notaba y la cara de Flavio reflejaba una tristeza que me dolía ver.

En la cocina Flavio preparó café para los dos y rebuscamos en los armarios de Mai para comer algo. Sentados frente a frente el silencio nos envolvía hasta que yo decidí romperlo.

- Flavio, voy a volver a mi piso y voy a enfrentarme con mi padre. Yo quiero seguir a tu lado. - le dije simplemente y él asintió.

- ¿Quieres que vaya contigo? - me preguntó con decisión.

- Creo que es mejor que vaya sola. En cuanto sepa algo te llamo. - le respondí y él volvió a asentir.

Terminamos de desayunar y Flavio decidió que era hora de volver a casa con sus hermanos. Yo lo acompañé a la puerta y nos despedimos con un último beso cálido en el que volcamos nuestros sentimientos.

- Samantha te quiero, recuérdalo en todo momento y cuenta conmigo antes de tomar cualquier decisión. Por favor, eres muy importante para mí. Recuérdalo. - repitió a modo de despedida.

- Yo también te quiero Flavio. En cuanto sepa algo te lo digo. - le respondí aguantando un pequeño puchero, pues no quería que se fuera triste.

Tras su marcha, me vestí y recogí todo, quité las sábanas pues no era plan de dejarlas puestas, y las metí en la lavadora. Estaba terminando de arreglarme cuando la puerta se abrió y una radiante Mai acompañada de su enorme galgo.

- Hola titi, espero no interrumpir. - dijo desde el salón y yo me asomé con una sonrisa en la cara.

- No Mai, Flavio ya se fue a casa.

- ¿Todo bien? - me preguntó y yo sólo pude encogerme de hombros.

Ella tiró de mi mano y me hizo sentarme a su lado en el sofá. Se quedó mirándome esperando a que le contará que había pasado y yo finalmente lo hice.

- He sido una estúpida, cuando ideé mi plan no pensé en los mellizos. - le dije y Mai puso una cara extraña.

- ¿Qué mellizos? - me preguntó y me di cuenta que ella no sabía nada de los hermanos de Fla.

- No te quedes callada y cuéntamelo. No diré nada a nadie. - insistió y yo al principio negué.

Finalmente le conté la historia de Flavio para que comprendiera todo, ella alucinó con la historia del moreno y no entendía como no decía nada. Finalmente le conté lo que habíamos hablado.

- Titi es normal que no pueda dejar a sus hermanos. Entonces al final, ¿vas a hablar con tu padre? - me preguntó y yo asentí.

- No quiero perderlo Mai, le quiero y me hace muy feliz. Tengo que intentar que mi padre lo entienda, si no pues al menos que me deje buscar trabajo por ahí y que salga de mi vida. - le expliqué y ella asintió.

- Espero que tengas suerte, si no, pues ya sabes dónde tienes un sitio para refugiarte. - me dijo dándome un abrazo que yo correspondí.

Terminé de recoger mis cosas y me preparé para volver a mi casa. Me despedí de la navarra que volvió a desearme suerte y salí con el miedo metido en el cuerpo. Encendí mi móvil, que había apagado la noche anterior y vi un montón de mensajes de Anajú, también vi uno de Roberto pidiendo que le informara de cómo iba todo. Decidí que a Roberto lo llamaría cuando hablara con mi padre. En cuanto a Anajú le escribí un escueto mensaje, indicándole que iba para mi piso para hablar con mi padre. Volví a guardar el móvil y pedí un taxi para llegar al piso.

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora