20.- La calma antes de la tempestad.

268 26 4
                                    

Estuvimos en un silencio cómodo, yo acurrucada en su pecho y él acariciando mi espalda buscando mi tranquilidad. Cuando al fin me separé de él nuestras miradas se encontraron.

- Estoy harta, llevo desde que recuerdo buscando la aprobación de mi padre, haciendo todo como él decía, pero nada. - me quejé y Flavio acaricio mi mejilla.

- Pero tu plan ha salido bien tienes la confesión y vas a ganar una demanda importantísima sin tener que pisar el juzgado. Al final tendrá que reconocer tu mérito y tu valía, porque tú vales mucho. - me respondió abrazándome nuevamente.

Llamarón a la puerta y nos separamos rápidamente, Anajú entró y nos avisó que Carlos venia para hablar con nosotras.

- Yo mejor me voy. - dijo Flavio y yo asentí.

Pero no le dio tiempo a salir porque la puerta se abrió sin que llamarán previamente y Carlos entró con el gesto serio. Gesto que se torció al ver a Flavio dentro.

- Carlos todavía no sabes llamar. - le espeté molesta con su actitud.

- ¿Tú que haces aquí? - preguntó directamente al murciano.

- Informar a mis jefas que Eva se vuelve para Barcelona. - le respondió serio dirigiéndose hacia la puerta, pero yo lo llamé.

- Flavio dile a Eva que pase por aquí para despedirse. - le pedí y él asintió con la cabeza saliendo del despacho y dejándonos a los tres en un incómodo silencio.

- ¿Qué quieres Carlos? - le pregunté molesta por su actitud.

- Pues que con el despido de Javier se me ha venido todo su trabajo encima. Necesito a alguien urgentemente. - respondió de malos modos.

- Carlos se buscará a alguien para que sustituya a Javier, pero necesitaremos un tiempo. Así que tendrás que tirar con lo que tienes. - le respondí molesta por su comportamiento.

- Ya podíais tener pensado esto si sabíais lo de Javi deberíais haber sido previsoras. - nos reprochó con dureza.

- Muy bien Carlos, lo tendré en cuenta. ¿Algo más? - le pregunté sin querer entrar en más peleas.

- Si. Ya ha vuelto el otro informático. ¿Qué vas a mantener a los dos en nómina mientras yo estoy falto de personal? - preguntó con inquina.

- Estará hasta que yo crea que es conveniente. Si tienes alguna queja sobre mi gestión llamas a los jefes y se lo dices. Ahora lárgate y déjanos trabajar. - contesté bastante enfadada y Carlos salió con una sonrisa ladina en los labios.

- No le eches ni cuenta. - dijo Anajú antes de ponerse a trabajar.

Estuvimos liadas toda la mañana preparando la reunión del lunes, era la más importante de nuestras vidas y sabía que su resultado marcaría mi camino como responsable del bufete de Madrid. A las dos salimos y al ver un mensaje de Flavio decidí llamarlo.

- Hola Fla, ¿Qué haces? - le pregunté con tono dulce.

- Pues he pensado ir a casa y comer con los peques y estar con ellos un rato, así podría pasar esta noche contigo. Si te apetece claro. - me explicó buscando mi aprobación.

- Claro yo siempre quiero estar contigo. - le respondí sincera, aunque mi voz notó algo triste.

- ¿Samantha estas bien? - me preguntó pues él también notó el tono de mi voz.

- Que quería verte. - respondí sincera.

- Pues vente conmigo y pasamos la tarde todos juntos. - propuso con alegría y yo acepté rápidamente.

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora