21.- Todo se viene abajo.

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El lunes cuando sonó el despertador yo ya estaba despierta, había vuelto a dormir mal, pero esta vez no tenía a Flavio para poder acurrucarme en su pecho y aliviar mi dolor. En mi mente revivía una y otra vez la visita a mi hermana y eso me dolía, no entendía su forma de actuar ni sus reproches.

Me levante y me di una ducha rápida, preparé café y algo de desayunar mientras esperaba que Anajú subiera a recogerme. La tarde anterior subió en cuanto Flavio se fue, le conté todo y no se separó de mí en toda la tarde, incluso se quiso quedar a dormir, pero yo me negué, no era ella a la que necesitaba a mi lado.

La puerta sonó y mi amiga con su enorme sonrisa apareció por la cocina, yo también le sonreí y acepté gustosa el beso que dejó en mi mejilla. Se sirvió café y se sentó frente a mí.

- ¿Preparada para la reunión de hoy? - preguntó mirándome fijamente.

- Los vamos a machacar. Creo que Angulo y su bufete van a pagar todo mi mal humor. - le respondí provocando una carcajada por su parte.

Fuimos hasta el despacho para recoger la documentación necesaria para la reunión. Al llegar Flavio estaba en mi despacho y se levantó para recibirme, aunque ese encuentro fue truncado por la llegada de Carlos que sin reparar en la presencia del moreno me encaró.

- Samantha hoy vienen nuestros padres, quieren reunirse con nosotros tras tu reunión con Angulo. Creo que sería bueno que fuera con vosotras a la reunión. - dijo sin saludar siquiera.

- No hace falta Carlos, Anajú y yo nos bastamos, además va también Roberto y no quiero que parezca que necesitamos un regimiento para reunirnos con ellos. - le espeté de mala gana.

- Como quieras, pero así no te podré ayudar si algo sale mal. - me espetó de malos modos.

- Gracias, pero no me hace falta tu ayuda para nada. - le respondí seca girándome para coger mis cosas y salir del despacho donde ya me esperaba Anajú.

Flavio me lanzó una mirada y yo le di una pequeña sonrisa que no fue vista por nadie, su gesto se relajó y supe que me había entendido, pues entre nosotros no hacía falta más.

Llegamos al edificio donde estaba el despacho de Angulo. Roberto nos esperaba debajo y se le notaba algo nervioso.

- Buenos días Roberto. ¿Preparado? - le preguntó Anajú y él le sonrió.

- Bueno es mi primera vez en una reunión de este tipo, además vengo en representación de mi padre lo que hace lo hace más complicado. - explicó con una sonrisa nerviosa.

- Los nervios son normales la primera vez que estas en una reunión así. Ahora tú síguenos la corriente y si escuchas algo que no te hayamos dicho antes tú actúa como que lo sabes. No demuestres desconcierto, porque tenemos una sorpresa. - le expliqué y él asintió perplejo.

Subimos al despacho y nos recibió una secretaria que nos hizo esperar un momento hasta que Angulo y otro abogado aparecieron a nuestro encuentro. Nos hicieron pasar a una sala de reuniones y tras las presentaciones todos tomamos asiento. Aguirre fue el que tomó la palabra.

-Srta. Gilabert hemos estado revisando la demanda presentada por su bufete y la verdad que la vemos algo inconsistente. - soltó e hizo un silencio para ver nuestras reacciones, pero no las hubo por nuestra parte.

- Los datos que sustentan la demanda son muy endebles creo que eso se lo podrían haber comentado sus superiores. - volvió a intentar buscar nuestra reacción, pero no lo consiguió, ambas seguíamos impasibles mirándolo y esperando que siguiera hablando, Roberto tampoco hizo ningún gesto delatador.

Angulo al ver que no reaccionábamos a sus intentos de provocación siguió hablando intentando desmontar toda la demanda a base de cuestionar cada uno de los datos de la demanda. Cuando terminó su perorata de más de media hora fui yo la que con una sonrisa en la cara tomé la palabra.

Sobran las palabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora