Capitulo 62

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Atadas

Golpeadas

Heridas

Sentía como la respiración de María se volvía cada vez más lenta sus ojos la traicionaban con cerrarse sangre salía de su cabeza. Lágrimas se acumulaban en mis ojos, la impotencia de no poder ayudarla me carcomía en mi interior.

—¿Por que haces esto Amanda?, ya lo tienes lo has dejado muy claro—dijo María mirándole con odió, Amanda se colocó de cuclillas enfrente de ella.

—No eso solo es un paso, vosotras sobrais en mis planes—dijo pasando el cuchillo por su rostro—Sabes en un principio no iba a pasar nada de esto pero no cooperasteis es vuestra culpa todo lo que sucederá es vuestra culpa—dijo con gracia—Y respondiendo a tu pregunta es sencillo, no tengo todo como bien me gustaría vosotras ocupais un lugar que yo nunca he tenido—dijo con furia—Su corazón, yo lo quiero no lo entendéis siempre he hecho lo imposible por impresionarles, y nada sirvió y vosotras con solo vuestra absurda presencia les conquistasteis—dijo con lágrimas de furia en sus ojos—¡No es justo!—Toda mi vida siendo vuestra estúpida sombra—dijo levantándose de golpe arrojando cerca de nosotras un jarrón que había en la mesa—¡Os odio!

—Pero ya no importara, será un trágico accidente—dijo secando sus lágrimas—Ya veo la niñita a destrozado el álbum—dijo viendo la basura de la habitación donde se encontraba dicho álbum destrozado.

—¡No te atrevas a tocarlo!—grito María intentando soltarse, pero le pegó una patada en su abdomen sacándole el aire—Vete a la mierda, maldita loca—le dijo cunado tomó su cabello y le escupió en la cara.

—Sabes me gusta tu actitud, ya entiendo por qué lo volviste tan loco, en cambió tú —dijo soltando su rostro y mirándome ahora a mí—No encuentro nada que llamé la atención— dijo con gracia —Bueno supongo nunca lo descubriremos, una lástima.

De su mano sacó un mechero y sonrió—Unas últimas palabras—dijo acercándose a la cama pero se vio interrumpida cuando por la puerta oficiales de policía entraron apuntando con su arma a Amanda.

—¡Suelte el cuchillo!—grito uno de los policías Amanda—¡Es una orden!

—En ese caso—dijo soltando el cuchillo cayendo en el muslo de María quien soltó un grito desgarrador—Que despisté —dijo mirándome con superioridad siendo esposada por los policías.

Unos agentes me soltaron y pidieron una ambulancia.

—Maria tranquila, vale no pasa nada—dije tocando su rostro con nerviosismo —Te pondrás bien, vale y nos reíremos de esto—ella asintió sonriendo, pero sabía que esa sonrisa estaba llena de miedo.

—Señorita haga presión—paso un cinturón apretando la zona donde tenía mis manos y levantó a María llevándosela

Baje acompañada de una agente que me preguntaba cosas pero yo solo podía ver cómo la sonrisa de María se iba por la puerta, cuando salí habían muchos coches de policía, mi mirada se posó en Hugo que vino corriendo hacía a mí, su mirada buscaba a María y yo solo levanté mi brazo señalando la ambulancia donde la llevaban el correo apartando a la gente, su madre lloraba desconsoladamente, y se fue en la ambulancia con ella.

—¡Blair!—el grito de mi madre me hizo reaccionar, empecé a buscarla con la mirada y ahí estaba ella preguntado a la gente y corrí hacia ella sin importarme los gritos de la agente detrás de mí, la abracé y lloré en sus brazos—Mi vida, gracias a Dios estas bien—dijo revisando mi cara y cuerpo.

—Disculpe pero tenemos que llevar a la señorita al hospital para asegurarnos que no le pasó nada—mi madre asintió y nos llevaron al hospital.

Donde empezaron a hacerme pruebes, lo único grave era mi labio y ceja que se encontraban partidos, cuando ya estaba curada dos agentes me llamaron para dar declaración a lo sucedido.

Llegamos al cuartel donde una inspectora me hizo contarle todo, le conté desde sus amenazas hasta las entradas en nuestros hogares, me agradecieron y me dijeron que acusarían a Amanda por intento de homicidio.

Asentimos y nos marchamos en dirección al hospital, preguntado por María nos dieron el número de si habitación y en el pasillo nos encontramos a Hugo sentado en una silla con las manos en su cabeza, dejándome helada en el lugar.

Ella está bien, ¿no?

Corrí hasta el tomando sus manos sus ojos con lágrimas me miraron y me abrazaron—¿Ella está bien?—pregunte y separé su cara de mi sosteniéndola con mis manos, el asintió yo sonreí y quite sus lágrimas—Menos mal.

—Ella ahora esta sedada de la anestesia, los doctores han dicho que por suerte no ha dañado músculos importantes y que mejorará—yo asentí mas relajada.

—Blair iré por un bocadillo para que comas y podáis hablar tranquilos—dijo mi madre y asentí.

—Sabia que no tenía que a veros dejado solas, si hubiera estado allí no hubiera pasado—yo le corté.

—No es culpa tuya, ni de nadie no hubiera cambiado la cosa si tú hubieses estado allí esa tía está loca, a saber que hubiera hecho te podría haber matado su objetivo éramos nosotras—dije pausadamente—Estamos bien, y eso es lo que importa, ahora esperemos a que María despierte—dije y el asintió.

—Ire al baño a lavarme la cara, puedes pasar si quieres solo está mi madre adentro mi hermana pequeña está con mi padre en la casa de mis abuelos—yo asentí y fui a la puerta toque un par de veces y abrí la puerta.

—Hola Blair, ¿cómo estás?—dijo Cristel, que se encontraba sentada con la mano de su hija entre las suyas.

—Bien, ¿cómo está ella?—dije quedando enfrente de María acariciando su rostro.

—Los médicos han dicho que ha tenido suerte que se mejorará, seguramente despierte por la mañana—dijo con la voz cansada—No esperaba tener que ver a uno de mis hijos en un hospital, o al menos no por estas razones—dijo riendo levemente.

—Mama ves a casa duerme bien, la pequeñaja te necesita yo me quedaré con ella—dijo Hugo entrando a la habitación, su madre lo dudo por un momento u accedió y se fue no sin antes darle un beso en la frente a María y otro a Hugo—No importa que sea, me llamas—dijo y se marchó.

Hablé con mi madre de que me quedaría en el hospital con María  junto con Hugo, ella se mostraba reacia a la idea pero terminó aceptando, y pase la noche en una silla de hospital espesado a que despertarse.

....

Unas caricias en mi pelo me empezaron a despertar, pero yo me quejaba—Ya es hora de despertar, no creés.

LOS LECROUXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora