Capítulo 5.

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"Hay coños hechos de pura alegría que no tienen nombre ni antecedentes y estos son los mejores de todos".

Henry Miller

NARRADOR OMNISCIENTE.

¿Existía el poder de cambiar el pasado? No, no lo existía, pero Lisa tenía la certeza de que ella podía hacerlo. Marcar una diferencia gracias a que ese pasado, a veces en las noches, no la dejaba dormir en paz.

Dejó la ciudad por su familia, y aunque la idea le parecía una mierda, no pudo negar que eso hizo que se acostara y pensara un poco sobre todo ¿Qué era ese todo? Ella no sabía como describirlo, pero estar en aquella ciudad la hacía sentir la persona más infeliz de todo el universo, dado que ahí ocurrieron más de una de desgracia.

Tanto los Kim como los Manobal se estaban preparando para aquella cena, la Señora Kim se había preocupado por decirles que estaban cordialmente invitados a una cena de bienvenida, y a pesar de no ser la única familia que le propuso eso, ellos declinaron todas las opciones y optaron por irse hacia los Kim.

Más por la opinión de Lisa, ya que les informó que eran -y son- una de las familias más relevantes de todo el pueblo, incluyendo que su padre es un pastor y el más importante de todo aquí. Sin duda, la familia Manobal quería causar una buena impresión.

Lisa en su mente estaba maquinando como sería todo, si en realidad Jennie se pondría tan nerviosa como esta tarde, la vería más de cerca, y no solo la admiraría de lejos o por minutos, sino por horas, y trataría de aprovechar esas horas.

Se consideraba una acosadora de primera, pero por momentos detestaba a muerte esa faceta de ella. Así fue que inició lo que ahora considera su mayor desgracia.

El agua caía sobre ella como cascada, su cuerpo se relajó, pero ni cuenta se dio que tenía más de media hora en la ducha, solo lo hizo cuando abrió sus ojos y sopló, haciendo ver gotas de agua.

Cerró el agua y corrió la puerta para salir amarrándose un albornoz al cuerpo y deteniéndose frente al espejo.

—maldita sea, Jennie... —maldijo.

No sabía como iba a poder no recordarla, era su vecina, y su compañera de universidad, estaba más que claro que la iba a tener que ver todos los días. 

Lisa se miró otra vez al espejo y se proponía solo una cosa. Tener a Jennie Kim.

***

Jennie se miraba al espejo casi lista, pero no mentalmente, tenía una clara idea de que iba a tener que mirar a los ojos por casi toda la noche a Lalisa Manobal. Una chica que la tomó del brazo y ella le pidió de manera tosca que no la agarrara, temía al solo contacto de Lisa, y es que era una desconocida.

Pero nadie nunca se había atrevido a mirarla de esa manera. A pesar de Lisa ser una chica con lo cual ella estaba acostumbrada a tratar, tenía algo diferente, no sabía el que. Su actitud era tan distinta, su forma de vestir, algo en ella, no era igual a las demás.

Se tensaba cuando tenía a Lisa cerca, el cuerpo ajeno de Lisa hacía que el de la castaña entrara en un calor y una agitación fuera de lo normal. Su corazón avanzaba a una velocidad diligente.

Demasiado para la coreana.

—¿Lista para enfrentar a los vecinos? —preguntó Jaemin, apareciendo de repente detrás de ella y sobresaltándola.

Jennie estaba mirándose frente al espejo analizándose completa. Y por primera vez en mucho tiempo sintió que no iba acorde a lo que debería, su madre siempre ha sido la que elige su ropa o el cómo se viste, Jennie jamás tuvo ni voz ni voto en su ropa, dado que su estilo siempre fue algo diferente.

Amando La Terquedad De Tu Alma. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora