Capítulo 13.

10.5K 977 56
                                    

"El egoísmo no consiste en vivir como uno desea, sino en pedir a los demás que vivan como uno desea vivir".

Oscar Wilde

NARRADOR OMNISCIENTE.

—A mí se me hace que no fuiste tú la de la maravillosa idea de cenar con los Kim —Jaemin se sentó en la cama, mientras Jennie estaba en su escritorio con la computadora encendida y mirando hacia la nada.

—Es bueno mantener las compañías -
—respondió, tomado un lapiz y regresando a escribir a su cuaderno.

—Sí, es bueno mantenerlas, pero no obligando a nadie. Si no te sientes conforme sabes que puedes decírmelo, Jenjen. Yo hablaré con papá y con mamá.

Jennie se giró a mirar a Jaemin.

—Mamá hace todo lo que papá quiere —declaró, cosa que Jaemin dio por cierto—. Y dudo que lo haga cambiar de opinión, y no me molesta, como dije, mantener las amistades no tiene nada de malo, Jae.

—Sí, es muy malo si tú te sientes ofuscada. No quiero que papá te siga teniendo como en una torre, encerrada y toda maltratada, como si fueras un zombie, Jenjen.

No faltaba decir que Jaemin odiaba con todas su fuerzas el como la voluntad de su padre -por más mala y maldita que fuese- siempre se tenía que cumplir.

Pero nadie se podía meter en sus asuntos, porque era regañado o encerrado sin comer nada hasta que Tom le diera fin a ese castigo. Así fue antes, y así era ahora, y aunque lo quisiera negar, pocas veces aceptaba a su padre.

Pero tenía que seguir viviendo así, ahora era que recién iba a comenzar la universidad, y ni siquier se sentía preparado mentalmente para eso, Se sentía atrapado en una burbuja.

Jennie estaba acostumbrada, no le molestaba quedarse en casa leyendo, o haciendo cualquier cosa para saltar el aburrimiento, pero Jaemin no. Se estaba canasado, y mas temprano que tarde, terminaría con aquel carbario.

—No es así, Jaemin. Papá nos quiere y quiere lo mejor para nosotros —defendió Jennie, sabiendo que en parte, su hermano tenía razón, pero se sentía menos culpable al defender a Tom.

Jaemin se paró de la cama, negando.

—Sabes que no es así, Jen. Sabes mejor que nadie que papá no quiere dejarte explorar, y... —se remojó los labios.

—¿Y qué, Jaemin?

—No considero que tengas que hacerle caso. Ya, lo dije.

—¿Dices que quieres que falte a la religión y que sea una persona impenitente?

—Oh, por favor, Jen, tampoco lo hagas sonar tan malo.

—Es que no es malo, es horrible. Jamás le fallaría a papá, jamás haría eso... que se ven en las noticias o en esas raras páginas que te encontre mirando una vez y que papá no se entere, porque te corta la yugular —señaló con su dedo indice, para volver a su cuaderno—. No haría eso, no me atrevería.

—Es porno —la cara de Jennie era todo un poema—. Y no tiene nada de malo, Jennie. Son dos personas follando.

—¿Puedes... dejar de hablar así? es molesto.

—Deja lo dramática, Jennie. Eso no te pinta, y para que vaya quedando claro, es totalmente normal, es más, a esta edad ya muchos jóvenes han tenido su primera vez.

—Perfecto por ellos, los felicito. Y ya dejemos de hablar de esto, es raro hablar de... cosas así, con mi hermano.

—Eres recatada, papá te daño. Pero ojalá y encuentres a alguien que te enseñe el verdadero disfrute de la vida.

—La maña que tienen de juzgar y rebajar las creencias y situaciones de alguien no tiene perdón de Dios. No necesito a nadie, estoy bien sola, me enorgullezco de estar sola. Y no... no quiero hacer cosas pecaminosas con ninguna persona, ¿bien? bien —resopló, y volvió a su computador.

Jaemin alzó los brazos, —Vale, ya no insisto. Perdón.

Jaemin se encaminó hasta la ventana y cuando abrió la cortina, se topó con Lisa la cual estaba cómodamente sentada en su cama, con Rosé a un lado, conversando.

—No jodas —susurró.

—¿Qué? —Jennie lo miró.

—Tienes a Lisa a un lado de ti, Jennie —dijo, con emoción.

Jennie se paró casi que corriendo y lo entró, cerrando de golpe la cortina.

—Lo sé, por eso no abró esa ventana, me di cuenta hace poco.

—Que suerte tienes, pero déjame saludarla.

—No, Jaemin. Trágame tierra —se llevó la mano a la cara.

Jaemin salió, y saludó a Lisa, la cual le sonrió al igual que Rosé.

—¿Qué tal todo, Chicas? —Jennie se volvió a sentar en su silla, dejando a su hermano hacer locuras. No le quería dar importancia, pero cuando escuchó la voz de Lisa, no hizo más que prestar atención a lo que estaba diciendo la pelinegra.

—Todo bien. Y que bueno que hayan llegado —habló la Tailandesa.

Jennie frunció el entrecejo.

—Sí, esas vacaciones no fueron tan increíbles, estar en casa se siente mejor.

Lisa se preguntó si debía preguntar por Jennie, y estaba teniendo una fuerte batalla interna con eso, al final decidió que lo mejor sería pasar de ella. Y no preguntar.

—Que bueno, ahora tenemos que bajar, pero salúdame a tus padres, claro, si es que tu padre ya no me odia por completo —se burló.

—Créeme que es tu Hater número uno, pero yo soy tu fan. Tienes a alguien en esta familia que te adora.

—Tengo suerte. Bueno, adiós.

Jaemin entró de nuevo a la habitación.

—Es increíble lo amable que es, ¿no te...?

—Sal de mi habitación, Jaemin, necesito terminar esto —no lo dejó ni terminar.

—Estás de muy mal humor, hermanita —salió y Jennie cerró la puerta, y a diferencia de muchas veces, ahora fue con pestillo, arriesgándose a que su padre llegara y le reclamara.

Pensaba si en realidad quería esa cena, pero no le quedaba de otra, le demostraría a su padre que no tenía ningún interés hacia Lisa. Y ella se juraba que era así. Pero su cuerpo, la reacción de sus ojos, o de como movía y le suban las manos, no era normal.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que su mano se dirigió sola a esa zona tan delicada de Jennie y a cual a pesar de no estar hinchada, sentía que dolía. Su mano se detuvo ahí, y con su dedo índice hizo una mínima presión, todavía sentada en la cama, cerró sus ojos y remojó sus labios con lentitud.

Movió ese dedo sobre ese nucleó de largas y extensas emociones, una vibra que te llevaba al cielo y te bajaba de golpe. Mordió su labio con fuerza, no quería parar, pero tampoco debía seguir. Su mente se rehusaba a seguirle el juego a sus locos pensamientos.

—No, no debo hacer eso —alejó su mano de ahí—. No puedo creerlo. ¿Qué me está pasando?

<<Te gusta ser admirada>>.

¿En serio me gustaba?

Se preguntó Jennie.

No tenía tiempo para pensar en eso, lo mejor sería una ducha fría. Y eso fue lo que hizo, se metió debajo del caño de agua y se echó el pelo hacia atrás. Preparándose para la cena de esta noche. A sabiendas que sería una de las cosas más difíciles, porque no podía parar de pensar en una persona.

***

Globalmente, la edad media de inicio en las relaciones sexuales es de 16, 17 años, aunque son los más jóvenes de entre 16 y 18 años quienes empiezan antes.

Será el tiempo quien fijará la orientación definitiva del deseo. En estas edades (11-12 años) surgen las primeras fantasías sexuales y aparecen claramente los sentimientos de pudor y búsqueda de privacidad e intimidad que serán importantes para la construcción de la propia individualidad e identidad sexual.

Amando La Terquedad De Tu Alma. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora